El ‘Qhapaq Ñan’ es una extensa red de caminos que fue elaborada por nuestros antepasados. Ahora, jóvenes estudiantes del Perú recorren esta ruta con el fin de intercambiar culturas y conocer un poco más sobre las riquezas del país.
Con más de 60,000 kilómetros de camino, el Qhapaq Ñan o Camino Inca se abre paso en los países de Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador y Perú. En el 2014, fue nombrado por la Unesco como patrimonio mundial. Además, recibió el “Premio a las Buenas Prácticas en Gestión Pública”, organizado por Ciudadanos al día.
En nuestro país, fueron incorporados un total de 250 kilómetros de ruta, 82 sitios arqueológicos y 156 comunidades asociadas a su viabilidad. “Qhapaq Ñan tiene como fin poner en valorización el Camino Inca. Este nos da la opción de intercambiar nuestras diversidades y de ser una fuente de turismo”, explica Giancarlo Marcone, coordinador general del Qhapaq Ñan.
Sin embargo, no se le presta la atención debida y lo ideal es generar conciencia a la ciudadanía sobre ello. “Es importante generar participación a los pobladores. Tenemos que tener en cuenta que este patrimonio es de todos y que todos somos responsables ya que este nos permite entrar a un nivel de exploración”, indicó Marcone.
Acercar a la naturaleza. Qhapaq Ñan permite reconocer la diversidad y las riquezas del país. “El Camino Inca, como une varios poblados, ayuda a generar turismo. Pero los mismos ciudadanos tienen que darse cuenta que tienen que generar un turismo responsable porque muchas veces el Estado nos da la espalda”.
De esta manera, los pobladores de las comunidades locales cumplen un rol fundamental en la limpieza y conservación de los caminos prehispánicos. “Necesitamos, primero, hacerles llegar la información sobre los cuidados que se necesitan tener, estos se presentan ante las comunidades y luego este es validado por ellos mismos que tienen más contacto con la naturaleza”.
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