El problema es ¿qué hacer con los que carecen de documentos y en consecuencia no pueden dar garantías de su identidad ni de su trayectoria? La salida razonable es favorecer que regresen a su país de origen para lo que, nos guste o no, hay que coordinar con Venezuela.
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Se atribuye a Robert Schuman, uno de los fundadores de la Unión Europea, la definición de las fronteras como “cicatrices dejadas por la historia”. Los peruanos lo sabemos bien porque antes de la guerra del Pacífico no teníamos frontera con Chile, mientras que ahora una línea de 160 kilómetros separa nuestros respectivos territorios. Después del levantamiento de las restricciones impuestas por la pandemia, la llamada Línea de la Concordia ha vuelto a ser transitada cada día por turistas, comerciantes y ciudadanos de ambos países que buscan servicios de mejor calidad al otro lado de la frontera. Pero de pronto, el endurecimiento de medidas migratorias en Chile ha causado un aflujo creciente de migrantes que buscan entrar a territorio peruano. Una parte de ellos tiene documentos de identidad y puede entrar a nuestro país y buscar integrarse en él. Otros, aspiran a ser reconocidos como refugiados, que es el caso de venezolanos que tienen razones para huir de su país a causa del gobierno de Nicolás Maduro. El problema es ¿qué hacer con los que carecen de documentos y en consecuencia no pueden dar garantías de su identidad ni de su trayectoria? La salida razonable es favorecer que regresen a su país de origen para lo que, nos guste o no, hay que coordinar con Venezuela. Para eso existen precisamente dos agencias de la ONU, que tienen larga experiencia resolviendo crisis parecidas que se producen cuando hay guerras o catástrofes prolongadas en países que cesan de ofrecer garantías de supervivencia a sus ciudadanos. La solución no puede ser disparar, como ha propuesto el vocero de la bancada de Renovación Popular. La larga lista de muertos de las últimas semanas debería enseñarnos a redoblar esfuerzos para evitar el ciclo infernal de violencia y represión. Más que nunca, es la hora de la diplomacia, es decir la búsqueda de soluciones comunes a un problema que afecta tanto al Perú como a Chile, Colombia y Ecuador.
Las cosas como son
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