Gran parte del trabajo de las mujeres no es remunerado, por lo cual no cuentan con seguro de salud, vacaciones, descanso por maternidad, lactancia, entre otros.
De acuerdo con la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar, al año 2020 las mujeres representan el 47 % de la fuerza laboral en el campo y en su trabajo diario de labrar la tierra y sembrar semillas contribuyen a la producción de más de la mitad de los alimentos que se consume en el país; sin embargo, su trabajo y su aporte sigue siendo invisible para la mayoría de la sociedad.
Giovanna Vásquez Luque, gerente de Conveagro, consideró que las brechas de género que enfrentan las mujeres rurales e indígenas deben contar con el compromiso del Estado, a través de la asignación de recursos del presupuesto público, una de las estrategias de mayor efectividad e impacto.
“El presupuesto no es neutral al género. Enfrentar la desigualdad que encaran las mujeres rurales requiere de presupuesto destinado a su empoderamiento económico. La asignación de recursos específicos, es un indicador del compromiso con la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y; es un instrumento eficaz para disminuir las desigualdades”, dijo.
“La igualdad de género comienza en la inversión, comienza en el presupuesto fiscal que cada año se designa a las entidades estatales”, enfatizó Vásquez durante su participación en el XXII Convención Nacional del Agro Peruano Agricultura Familiar, Soberanía Alimentaria y Cambio Climático.
Situación de las mujeres rurales en el Perú
Los territorios rurales son espacios donde la desigualdad de género se expresa en toda su magnitud y complejidad en las condiciones de vida de las mujeres rurales, así lo entiende Silvia Camarena, Directora General de la Dirección General de Igualdad de Género y no Discriminación del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables.
De acuerdo con la CENAGRO 2012, las productoras agropecuarias tienen en promedio 1,8 hectáreas de tierras agrícolas, mientras los hombres de la misma condición tienen 3 hectáreas. Asimismo, en ninguna región las mujeres tienen más hectáreas de tierras agrícolas que los hombres. Lo mismo sucede en relación a la superficie no agrícola, las mujeres tienen en promedio 2,8 hectáreas y los hombres 4 hectáreas.
En el promedio nacional, de cada 10 propietarios de tierra cerca de 7 son hombres y 3 son mujeres. Esta relación en la Selva es de 8 y 2 respectivamente.
La condición jurídica de las parcelas conducidas por mujeres como propietarias es bastante frágil: el 50% no tiene título de propiedad y no ha iniciado su trámite, el 12% tiene título, pero no está registrado, el 9% se encuentra en trámite y solo el 29% de estas parcelas tienen título inscrito en los registros públicos.
“Lamentablemente por la presencia de patrones socioculturales discriminatorios hacia las mujeres no tienen el mismo acceso a los recursos productivos, ni a espacios de tomas de decisiones, manteniendo históricamente una desigualdad frente a los hombres que conocemos como las brechas de género”, dijo la funcionaria durante su participación en la Convención agraria.
Por su parte, Claudia Coari, presidenta de la red de mujeres de la agricultura familiar, afirmó que la pequeña agricultura representa el 80% de los alimentos que consumimos, pero se encuentra abandonada por las políticas públicas.
“Es necesario fomentar la participación de las mujeres rurales en todos los procesos: productivos, económicos, sociales, políticos que se garantice la igualdad de oportunidades. Es importante empoderar a las mujeres en el campo”, resaltó.
Según el Censo del 2017, gran parte del trabajo de las mujeres no es remunerado por lo cual no cuentan con seguro de salud, vacaciones, descanso por maternidad, lactancia, entre otros. Las mujeres de las zonas rurales son las que menos ingresos propios perciben, hasta el mismo año era el 46,9%, frente al 12,7% en el caso de los hombres.
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