El apodo o sobrenombre se le coloca a la persona por algún ademán, rasgo físico, palabra reiterada en su hablar o simplemente lo hereda, relata el escritor César Arrunátegui.
Quién de pequeño no ha puesto o ha sido llamado por medio de un sobrenombre. Ya sea por ser muy delgado o gordito, bajo o alto, por parecerse a alguien o hacer recordar a otra persona conocida, pues esto que para unos es broma y para otros puede resultar hasta una ofensa es tradición en lugares como la provincia piurana de Sechura, donde todos o casi todos son conocidos por un apodo antes que por su nombre o apellido.
Sobrenombres o apodos por tradición
Como nos cuenta el escritor e historiador César Augusto Arrunátegui los apodos o chapas vienen desde hace muchos años y hasta ahora se mantiene esa característica entre los sechuranos, los mismos que se toman esto con respeto, pues a todo sobrenombre se le antepone el la palabra don.
Arrunátegui o "Don Papaya" como lo conocen en Sechura señala que los apodos nacen de una característica peculiar de la persona, puede ser por un rasgo físico, el lugar de procedencia, una palabra reiterativa en su hablar o simplemente por herencia.
Por herencia
Según relata Arrunátegui Novoa, hay quienes heredan el apodo. "Por ejemplo había un señor gordo y de nariz pequeña que lo apodan "Don Coche", así que sus hijos son "Los Coches", a otro que su madre era "Doña Chepa", el hijo es "Chepo o Doña Pepa" cuyo descendiente es "Pepo".
Hay quienes se les da el apodo por la labor que desempeñan, así un señor de apellido Silva era conocido como "Don Singer", quien en su tiempo era cobrador de esta empresa. Él recuerda además que había en Sechura un muchacho que llegó a trabajar como obrero y como no sabían su nombre le llamaron "Don Construcción".
Otros colocan el apodo en relación al apellido de la persona así se tienen a los Funes conocidos como Funeraria, a los Chuye se les identifica con el apelativo de Chulliyache, a los Huanilo como Huaraná, entre otros sobrenombres que surgen tras la modificatoria o añadidura de una letras.
También colocan la chapa de acuerdo al aspecto físico. Un poblador que era conocido como "Cascarita" por ser delgado, está "Huaba" por calzar 45, en alusión al fruto que se encuentra dentro de una vaina de más de 40 centímetros, además esta a quien apodan "Choclito" por ser pequeño.
Están quienes reciben el apodo por alguna circunstancia vivida como la pobladora conocida con el apelativo de "Calzón al Pecho" pues de pequeña andaba con el vestido sobre la cintura, o "Rabo Verde" debido a que de pequeño se cayó y se moreteó la parte trasera.
De igual forma, el apodo es colocado por el aspecto físico. El escritor refiere que a las personas feas les llaman "Chauchilla", pues al pez de nombre Bonito de pequeño se le llama chauchilla y en son de broma señala que como nunca llegará a ser bonito entonces es chauchilla. También se puede mencionar los conocidos como chivatos, zorros, ovejas, puma, gato, perro, entre otras chapas.
Otro recurso empleado para poner la chapa es por alguna palabra que solemos repetir, ahí está a quien le dicen "Karateca", pues cada vez que lo llamaban a comer respondía ya ya ya, o el conocido "Agallas", pues siempre decía yo tengo agallas para hacer esto o lo otro, o aquel poblador que llegó de otro lugar diciendo sírveme un cafetello en vez de café y desde ahí todos lo conocen con esa palabra tan peculiar "Don Cafetello".
Para Arrunátegui Novoa hay una infinidad de apodos, miles y miles que perduran en el tiempo y ayudarán a que esta tradición no se pierda, pues todos los pobladores e incluso los foráneos reciben el mismo con naturalidad y no lo toman como un insulto, pues bien saben que lo hacen de forma respetuosa y si usted va por Sechura tenga por seguro que tendrá su apodo.
Lina Fiestas Montero
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