Empresas multinacionales buscan compensar la emisión de dióxido de carbono en sus fábricas de Europa, plantando miles de árboles en san Martín.
En un lugar remoto de la Amazonía peruana, multinacionales buscan compensar la emisión de dióxido de carbono en sus fábricas de Europa, plantando miles de árboles, lo que deja además ingresos para las comunidades locales, como han comprobado los cacaoteros de San Martín, al norte del país.
Es allí donde más de 130 mil árboles están siendo plantados en la región del Alto Huayabamba, un río oscuro que serpentea a través de la densa selva tropical de San Martín.
"Hago reforestación a pedido": Ese podría ser el eslogan de Pur Project, un prestatario de servicios que evalúa, aconseja o subcontrata para clientes -instituciones o empresas- proyectos de compensación de carbono como el que se adelanta en Santa Rosa, un lugar al que se accede solamente por barco.
Acá el cliente es Vittel (Nestlé Waters), que ha invertido 552 mil dólares con el objetivo de compensar 115 mil toneladas de CO2 que produce en sus plantas de agua mineral (en el envasado especialmente) en Francia y Bélgica.
Para ello se deben plantar 350 mil árboles en Bolivia y Perú. El beneficio para los plantadores es doble: "desarrollamos un negocio y reforestamos", explica Ozwaldo del Castillo, un cultivador de cacao que recibe un sol (0,30 dólares) por árbol plantado, teca, cedro o caoba, especialmente.
Adicionalmente los grandes árboles de teca o caoba proveen condiciones ideales para los más pequeños árboles cacaoteros que crecen mejor en la sombra mientras que las raíces de los más grandes oxigenan el suelo.
El resultado es que esos cultivadores multiplican por dos su producción.
Finalmente, cuando los grandes árboles lleguen a la edad de legal para ser cortados, los cultivadores podrán comercializar la madera.
"Estaremos viejos cuando haya que derribarlos pero nuestros hijos y sus hijos se beneficiarán", agrega Ozwaldo.
Tristan Lecomte, director de Pur Proyect, conoce bien a estos cacaoteros orgánicos: él trabaja con ellos para la empresa chocolatera Alter Eco, la primera marca francesa de comercio justo, que él fundó.
"Están en primera línea de la lucha contra el cambio climático", explica. "Ellos ven el cambio en el clima y quieren frenarlo por ellos y por sus hijos".
En el pulmón del planeta que es la Amazonía, los árboles crecen más rápido que en cualquier otro lugar -hasta 12 metros en un año- pero aún en la exuberante Huayabamba, la población migrante venida de los Andes deja sus huellas, imponiendo la cultura que conoce, que es quemar y desmontar los terrenos.
"El efecto es terrible para las fuentes de agua, la erosión del suelo y la biodiversidad", explica Lecomte.
"Porciones de terrenos se deslizan al río puesto que no hay grandes árboles ni grandes raíces para contenerlos".
La deforestación, con 13 millones de hectáreas que desaparecen por años, está en el origen del 20% de emisiones de gas que crean el efecto invernadero en el mundo.
Pero una reciente conferencia internacional en París ha identificado la selva como nicho posible para "historias exitosas" concretas de cara a las negociaciones del clima que se realizarán en diciembre en la ciudad mexicana de Cancún.
Así, Pur Project, que cuenta con unos 20 clientes corporativos (entre ellos Hugo Boss, Clarin o GDF Suez) está convencido de que proyectos como el de Huayabamba son el futuro.
Con operación de reforestación en 14 países, apunta a la plantación de 1 a 2 millones de árboles por año, para compensar millones de toneladas de dióxido de carbón.
"El sector está apenas arrancando, es todavía difícil convencer a las empresas", reconoce.
Pero piensa que proyectos como estos funcionan bien como una forma de marketing para las compañías y tienen un real impacto para los agricultores de los países en vía de desarrollo.AFP
Es allí donde más de 130 mil árboles están siendo plantados en la región del Alto Huayabamba, un río oscuro que serpentea a través de la densa selva tropical de San Martín.
"Hago reforestación a pedido": Ese podría ser el eslogan de Pur Project, un prestatario de servicios que evalúa, aconseja o subcontrata para clientes -instituciones o empresas- proyectos de compensación de carbono como el que se adelanta en Santa Rosa, un lugar al que se accede solamente por barco.
Acá el cliente es Vittel (Nestlé Waters), que ha invertido 552 mil dólares con el objetivo de compensar 115 mil toneladas de CO2 que produce en sus plantas de agua mineral (en el envasado especialmente) en Francia y Bélgica.
Para ello se deben plantar 350 mil árboles en Bolivia y Perú. El beneficio para los plantadores es doble: "desarrollamos un negocio y reforestamos", explica Ozwaldo del Castillo, un cultivador de cacao que recibe un sol (0,30 dólares) por árbol plantado, teca, cedro o caoba, especialmente.
Adicionalmente los grandes árboles de teca o caoba proveen condiciones ideales para los más pequeños árboles cacaoteros que crecen mejor en la sombra mientras que las raíces de los más grandes oxigenan el suelo.
El resultado es que esos cultivadores multiplican por dos su producción.
Finalmente, cuando los grandes árboles lleguen a la edad de legal para ser cortados, los cultivadores podrán comercializar la madera.
"Estaremos viejos cuando haya que derribarlos pero nuestros hijos y sus hijos se beneficiarán", agrega Ozwaldo.
Tristan Lecomte, director de Pur Proyect, conoce bien a estos cacaoteros orgánicos: él trabaja con ellos para la empresa chocolatera Alter Eco, la primera marca francesa de comercio justo, que él fundó.
"Están en primera línea de la lucha contra el cambio climático", explica. "Ellos ven el cambio en el clima y quieren frenarlo por ellos y por sus hijos".
En el pulmón del planeta que es la Amazonía, los árboles crecen más rápido que en cualquier otro lugar -hasta 12 metros en un año- pero aún en la exuberante Huayabamba, la población migrante venida de los Andes deja sus huellas, imponiendo la cultura que conoce, que es quemar y desmontar los terrenos.
"El efecto es terrible para las fuentes de agua, la erosión del suelo y la biodiversidad", explica Lecomte.
"Porciones de terrenos se deslizan al río puesto que no hay grandes árboles ni grandes raíces para contenerlos".
La deforestación, con 13 millones de hectáreas que desaparecen por años, está en el origen del 20% de emisiones de gas que crean el efecto invernadero en el mundo.
Pero una reciente conferencia internacional en París ha identificado la selva como nicho posible para "historias exitosas" concretas de cara a las negociaciones del clima que se realizarán en diciembre en la ciudad mexicana de Cancún.
Así, Pur Project, que cuenta con unos 20 clientes corporativos (entre ellos Hugo Boss, Clarin o GDF Suez) está convencido de que proyectos como el de Huayabamba son el futuro.
Con operación de reforestación en 14 países, apunta a la plantación de 1 a 2 millones de árboles por año, para compensar millones de toneladas de dióxido de carbón.
"El sector está apenas arrancando, es todavía difícil convencer a las empresas", reconoce.
Pero piensa que proyectos como estos funcionan bien como una forma de marketing para las compañías y tienen un real impacto para los agricultores de los países en vía de desarrollo.AFP
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