Obras de arte se confeccionan en base a espejos, esculturas pequeñas de santos y adornos típicos propios de la cultura cusqueña.
Cuenta la historia que hasta el año de 1950, los que construían los altares lo hacían en base a espejos, esculturas y adornos de la cultura cusqueña. Los altareros utilizaban estas construcciones para señalizar los lugares de “descanso” de las cuadrillas de cargadores que llevaban las imágenes de los santos.
Los altares armados en Corpus Christi tenían diseños como el de Concha de Mar, Abanico o de Pavo Real para darle vistosidad en su exposición.
Este año fueron cinco los altares instalados en el perímetro de la Plaza de Armas del Cusco, trabajos que fueron presentados por la Universidad Nacional de San Antonio Abad, Dirección Regional de Cultura, Turismo, Comité de Servicios Integrados y el Plan Copesco, como una forma de recuperar esta tradición.
La Dirección Regional de Cultura de Cusco, presentó un altar con diseños en base a la usanza antigua, con esculturas en relieve y en escala real, que estuvo a cargo de los técnicos de la Escuela Taller. Este tipo de trabajos miden entre los 6 y 8 metros de altura por 4 a 5 metros de ancho, aproximadamente.
Manuel Cuadros, periodista cusqueño, al escribir sus crónicas en junio de 1936, informaba que en antaño cada gremio de trabajadores levantaba su altar para velarlo, de 10 a 15 días antes del Corpus Christi y que se quedaban todas las noches a cuidarlo para evitar que algún extraño se acerque.
En todo este tiempo los vigilantes celebraban la tradicional fiesta al son del wayno y la marinera, acompañados de copas de huadquiña, jugos de churrasco y té piteado caliente. Todo esto duraba hasta las primeras horas de la mañana, que sólo era advertida por las 33 campanadas de la iglesia María Angola.
En ese entonces por la confección se cobraba de 400 a 500 pesos, pues los dueños de cortinas, urnas, retablos de plata y otros adornos tenían que componerlos, vistosos, elegantes y atractivos para dejar admirados a los observadores que se regocijaban, con el plateado y el color de oro impregnados en cada uno de ellos. Hoy en día esta práctica se ha perdido.
El Corpus Christi Cusqueño es una de las fiestas que muestra el sincretismo cultural, entre la fe religiosa católica y la andina, propia de los pueblos de la serranía.
La procesión la encabeza el Santísimo Sacramento, seguido de los santos y vírgenes que con vestimenta típica y danzas, fueron trasladados por cargadores de diferentes distritos y barrios tradicionales del Cusco hasta la Catedral.
Estos son: San Jerónimo, San Sebastián, San Pedro, San Blas, San Cristóbal, Patrón Santiago, San José, San Antonio, la Virgen de Belén, Virgen Santa Bárbara de Poroy, Santa Ana, Virgen Purificada, Virgen de la Almudena, Virgen de los Remedios y la Linda de la Catedral la Inmaculada Concepción.
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