Jesús murió en la cruz para salvar nuestros pecados. Junto a él estuvo su madre acompañándolo a lo largo de su vida, muerte y resurrección.
La niñez de María. Muy poco se conoce y se habla sobre María niña; sin embargo, en las Sagradas Escrituras podemos conocer algo de ella. María, quien vivía en Nazaret, significa en hebreo Miriam y este a su vez se traduce en “amada de Dios”, “estrella del mar”, “señora”, “enaltecida”, entre otras acepciones.
Según el Protoevangelio de Santiago, los padres de María fueron dos santos, San Joaquín y Santa Ana, personas piadosas y sencillas, que son celebrados por la Iglesia Católica.
El mismo documento señala que María niña, fue llevada al templo por varios años y fue consagrada a Dios. A los 15 años recibió la visita del Arcángel San Gabriel quien le anunció que ella se convertiría en la madre de Dios.
La Iglesia Católica nos señala que María fue concebida sin pecado original, es la Inmaculada Concepción, que nació sin pecado original y no cometió ningún pecado venial.
La madre. María al ser la madre de Jesús también lo es de Dios porque, de acuerdo a la Iglesia Católica, es su verdadero hombre. Es también llamada Santísima Virgen María para resaltar su santidad. Fue una madre cariñosa y fue la primera que tocó a Dios convertido en hombre. Al igual que cualquier madre, fue una mujer preocupada por su hijo.
El Papa Francisco nos recuerda y lo reafirma, María es fundamentalmente madre. “No tenemos derecho a tener psicología de huérfanos”, nos dice el Santo Padre, destacando que María es madre de la Iglesia, madre de todos.
En el calvario. Por salvarnos a todos los pecadores, Jesús murió en la cruz, soportando su sufrimiento con resignación, en obediencia al Padre. Él sufrió en cuerpo y alma, hasta morir y luego resucitar, y María, su madre, lo acompañó en todo ese proceso, viviendo así también su propio calvario.
María fue crucificada espiritualmente al ver a su hijo en la cruz, pero ofreció su dolor uniéndose al sacrificio de su hijo por nosotros y por eso es llamada “Colaboradora de la salvación”.
María nos enseña. Ya lo sabemos, María es la madre de Jesús que es Dios hecho hombre y por consiguiente es madre de todos nosotros. No solo debemos invocarla con el Ave María o rezando el Santo Rosario, tenemos que imitarla en nuestro quehacer diario cultivando y reforzando nuestra fe.
Ser bondadosos, haciendo obras de caridad para beneficio de los más necesitados es una forma de imitar a la Virgen María, pues fue una mujer desprendida y caritativa con los más pobres. Ella nos enseña y nos pide que dejemos de ser egoístas y apoyemos al que más lo necesita.
Además María, siendo mujer de fe, nos pide ser amables, respetuosos, alegres con esperanza y cultivando el optimismo.
Sara Abu Sabbah y el padre Carlos Rosell De Almeida, sacerdote diocesano de la Arquidiócesis de Lima nos recuerdan, en Semana Santa, la vida de María, madre y mujer modelo de humildad, de fe y de caridad.
La Virgen María en el calvario de Jesús, especial de Semana Santa con la conducción de Sara Abu Sabbah, la producción de Betty Elías, y la edición de Aldo Cadenas.
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