El actual sistema de nuestras universidades es consecuencia de la corrupción y del apetito desenfrenado de lucro. Desde el 2014 tenemos una ley universitaria que puso orden y fijó criterios mínimos de calidad académica y de respeto a la confianza depositada por los estudiantes.
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Desde su surgimiento en las principales ciudades europeas durante los siglos XII y XIII, las universidades han sido instituciones cruciales para la organización de las incipientes naciones y a la vez para su adaptación a la innovación y los cambios. La ciencia, el conocimiento, la investigación y la transmisión del saber hallaron su espacio natural al mismo tiempo que su enraizamiento con la forja de valores que permitieran la cohesión y el funcionamiento apaciguado de los Estados.
En el Perú, la historia de la universidad corre paralela a la de nuestra época colonial y a nuestro período republicano. El actual sistema de nuestras universidades es consecuencia de las desregulaciones de los años noventa y de la emergencia creciente de sectores que nunca antes había tenido miembros con formación superior, pero también de la corrupción y del apetito desenfrenado de lucro. Desde el 2014 tenemos una ley universitaria que puso orden y fijó criterios mínimos de calidad académica y de respeto a la confianza depositada por los estudiantes.
La ley creó una superintendencia, la SUNEDU, destinada a licenciar las universidades que cumplieran esos criterios y a cesar la actividad de las que carecieran de profesores titulados y a tiempo completo, bibliotecas, espacios de investigación e infraestructuras adecuadas. Pero junto con la ley, nació la campaña de universidades no licenciadas y algunas se dotaron de una representación política que sigue actuando en el Congreso. Los rectores de la Universidad Católica, del Pacífico, la de Lima, la Cayetano Heredia, y un total de 16 universidades de Lima y regiones llaman a “defender la calidad universitaria” y a “anteponer el futuro del Perú a cualquier interés inmediato”. Y por eso piden que el pleno del Congreso rechace los dos proyectos de ley que “amenazan con retroceder a una institucionalidad que ya mostró sus claras limitaciones”.
Las cosas como son
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