Se reparten hasta 200 raciones diarias de alimentos, de manera gratuita, a personas que fueron afectadas por la pandemia, entre ellos, profesionales y familias que dependían directamente del turismo.
La falta de empleo en Machu Picchu, en Cusco, obliga a decenas de personas acudir al comedor popular del distrito para conseguir un plato de comida.
Artesanos, guías de turismo, empresarios y pobladores de la zona se acercan al comedor “Una Esperanza”, que reparte hasta 200 raciones de almuerzos diariamente.
El drama por la falta de ingresos económicos se agudizó tras la disposición del Ejecutivo de cerrar los sitios arqueológicos en las regiones con mayor índice de contagios de la COVID-19, entre ellos, Machu Picchu, principal atractivo turístico del Perú.
“Todo el tiempo hemos estado acá pasando necesidades. Al menos para los que tenemos hijos mayores en las universidades es un apoyo grande el que tenemos…hoy vine a recoger cuatro raciones de comida para mis hijos”, señaló Delia, empresaria de la zona.
Según el alcalde distrital de Machu Picchu, Darwin Baca León, el comedor se implementó luego de declarar su municipalidad en “emergencia financiera” por la falta de recursos directamente recaudados.
“Una esperanza” subsiste con el aporte de funcionarios municipales que disponen parte de sus salarios para la compra de alimentos, además, de propietarios de restaurantes que entregan parte de sus insumos.
Sector turismo sin ingresos
El alcalde refirió que más de tres mil personas dedicadas a la artesanía, guías de turismo, músicos, fotógrafos y personal de servicios perdieron sus trabajos y no tienen medios para subsistir.
Antes del cierre de Machu Pïcchu, se tenían entre 600 hasta mil visitantes por día durante la pandemia de la COVID-19 que, a pesar de representar menos de la mitad de viajeros que solía recibir, generaban movimiento económico.
Comparte esta noticia