Ante la crisis económica, tres hombres ligados al turismo, la industria más dinámica en Cusco, crearon Qosqo Cream, una empresa de venta de helados vía delivery. Esta es la historia de cómo se reconvirtieron.
La pandemia por la COVID-19 sorprendió a todos, incluso a Yuri Chávez, José Ayerbe y Efrain Valles, tres guías de turismo quienes dejaron su trabajo en Machu Picchu (región Cusco) para dedicarse a la producción y venta de helados artesanales.
Qosqo Cream es el producto que surgió de la necesidad pues los ahorros, producto del día a día, se agotaban y los ingresos eran nulos como la presencia de turistas en la 'Ciudad Imperial' desde el inicio de la cuarentena.
“Los tres somos guías de turismo y los tres nos conocemos de años en la actividad. A todos nos ha cogido este problema así de sorpresa y decidimos juntarnos. Empezamos así, primero con unas muestras y después empezó a caminar”, cuenta José Ayerbe.
El día a día entre helados
La jornada empieza a las 7 de la mañana, Yuri, José y Efraín, guías y amigos desde hace 15 años, se ponen manos a la obra. Pelan, cortan y procesan las frutas para cumplir con la entrega de las órdenes hechas un día antes. Al día producen entre 10 a 20 litros de helado, en potes de medio litro y un litro, a 10 y 20 soles, respectivamente. La entrega es vía delivery.
“Antes satisfacíamos el conocimiento, la expectativa, el conocimiento de los pasajeros, de turistas extranjeros que venían a visitarnos. Ahora, juntos, vamos a satisfacer los paladares y el estómago de la gente, de los cusqueños”, dijo Yuri Chávez.
El cambio no fue fácil, sobre todo para Efraín Valles, de 43 años, reconocido como “el mejor guía de turismo del mundo” por la revista inglesa Wanderlust, en el 2014, a quien la necesidad obligó a vender paltas y miel en las calles de Cusco.
“A todos nos cogió de sorpresa la pandemia y a todos nos toca reinventarnos por necesidad, básicamente. Pero eso nos enseña a que el ser humano no se quede en una sola cosa, sino que tenemos la oportunidad, el conocimiento para hacer muchas cosas, pero nos encerramos. Esta pandemia nos enseña a abrirnos más”, detalló Efraín Valles.
Una historia similar es la de José Ayerbe, de 42 años, quien tras el cierre de fronteras se dedicó a la venta de quesos y yogurt para sobrevivir.
“Tuve que reinventar, sacar el 'chip' de mi cabeza de que soy guía de turismo y tengo que ser algo más. Yo hago esta carrera de guiado prácticamente desde que salí del colegio, cuando tenía 17 años... Desde esa temporada y tengo 43 ahora. Mi mente es todo turismo, toda mi vida. Entonces, sacarme el 'chip' de que tengo que hacer algo más para sustentar a mi familia, eso me tomó un tiempito”, comentó.
Yuri Chávez, de 43 años, es quien unió al grupo. Luego de tomar un curso de heladería en Lima, compró las herramientas, ingredientes para elaborar helados solo para sus conocidos. No pasó mucho tiempo para que sus productos sean conocidos en Cusco.
“La fabricación de los helados va de acuerdo con los pedidos porque nosotros damos un helado artesanal y nuestra producción no es masiva. O sea, nosotros batimos para el día; hoy batimos para entregar mañana. Y mientras van llegando los pedidos, vamos viendo qué nos falta, qué fruta tenemos que batir y qué pedidos vamos cubriendo”, detalló.
Aunque las ganancias no son como durante la época dorada del turismo, al menos consiguen lo necesario para llevar alimentos a sus casas y pagar los gastos básicos. Es así cómo tres guías de Machu Picchu de más de 7 mil existentes en la región, según el Colegio de Licenciados en Turismo de Cusco, ahora deleitan con el sabor de sus helados.
Comparte esta noticia