A sus 26 años abandonó su carrera de Medicina para aprender a reparar electrodomésticos y hacerse cargo de la tienda que su padre le transfirió tras separarse de su madre. Enfrentó discriminación por ejercer un oficio 'para varones'. Han pasado 31 años y ella sigue confrontado prejuicios.
Dejó de lado los prejuicios de la sociedad trujillana de los años 80, y decidió que, si quería administrar adecuadamente su empresa de reparación de electrodomésticos, debería aprender a lidiar con cables, tuercas y soldaduras, un trabajo que, en ese entonces, lo desarrollaban solo varones.
María del Pilar Bueno Castillo, tenía 26 años, y cursaba el cuarto ciclo de la carrera de medicina humana en la universidad San Martín de Porres de Lima, pero la dejó por la electricidad. ¿Qué la empujó a hacerlo? Ella y su hermana Teresa (abogada de profesión), decidieron administrar el negocio que fundó su padre en una céntrica tienda de la ciudad, y que les transfirió tras la separación de su madre. Aunque fue su mamá quién se opuso en un principio, al final decidió apoyarla y juntas afrontaron los estereotipos de aquellos años.
“Una clienta llegó a reclamar por unas piezas que no le habían puesto a su electrodoméstico. Fue allí que decidí aprender desde cero. Cuando le comuniqué a mi hermana, ella se los dijo a los trabajadores y todos me quedaron mirando, nadie me quería enseñar. Todos eran varones y yo era la única mujer, pero no me amilané”, cuenta María del Pilar.
En la tienda, que cerró años después, llegó a tener hasta 13 trabajadores varones a cargo, pero nunca se sintió menos que ellos. Sin embargo, no sería de sus compañeros de trabajo, de quién recibiría las más amargas experiencias.
“Un representante de una reconocida marca de electrodomésticos llegó a la tienda y pidió hablar con el administrador, y le dije que era yo, sonrió y me dijo que no era posible. Entonces pidió hablar con el dueño, y le dije que también era yo, pero me volvió a decir que no estaba bien porque yo era mujer y ese negocio era de hombre. Eso fue hace 20 años ya”, cuenta entre risas.
Pero en estos 31 años de electricista no solo ha sido discriminada por varones, también fue prejuzgada por una dama.
“Atendí a una señora que pedía la reparación de un electrodoméstico y cuando me vio, me dijo que quería que la atienda un hombre, le demostré que yo conocía y desarme el aparato delante de ella, luego lo reparé, y me dijo que pensó que yo no sabía por ser mujer. Ahora siempre que viene, pide que yo la atienda”, contó María.
Actualmente María Bueno administra su tienda de Servicio Autorizado de reparación de electrodomésticos de una reconocida marca en la urbanización Los Jadines de la ciudad de Trujillo. Ella no solo hace cuentas y contratos, atiende a los clientes y cambia piezas. Con la experiencia que adquirió en todos estos años, demuestra que las mujeres pueden desarrollarse en cualquier ámbito de trabajo.
“Yo pienso que todas las pruebas que la vida nos pone podemos superarlas. No es necesario ser del sexo masculino, y viceversa. Lo que nos diferencia es la fuerza, de la que algunos hombres hacen mal uso. Pero en inteligencia somos tan capaces como lo es un hombre”. Puntualizó la electricista.
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