El año pasado Perú cumplió con su meta de erradicación de cultivos cocaleros: 30 mil hectáreas, un área equivalente a más de dos veces la superficie del distrito limeño de San Juan de Lurigancho. En ese mismo lapso el Gobierno gastó 293 millones de dólares en la lucha contra el narcotráfico, la segunda cifra más alta de los últimos cinco años.
Sobre el papel pareciera que la tarea de las entidades encargadas de la lucha antidrogas fue adecuada. Sin embargo, el informe Monitoreo de Cultivos de Coca 2016 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) da cuenta que ese mismo año el área de cultivo de coca a nivel nacional aumentó en 9%: Perú pasó de 40 mil 300 hectáreas el 2015 a 43 mil 900 el 2016.
El mayor incremento en términos porcentuales ocurrió en dos zonas claves: el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) y el Alto Huallaga aumentaron en mil 971 y 922 hectáreas respectivamente. En el VRAEM, la región más militarizada del país, los cultivos crecieron 11% el 2016, año en que Perú gastó 103 millones de dólares en la lucha contra el terrorismo en la zona.
El Alto Huallaga, bastión del narcotráfico en el pasado, tuvo un aumento de 45%. En el Monzón, considerado como un caso de éxito en la lucha antidrogas por el Gobierno peruano, el incremento fue de 41%, de 401 a 567 hectáreas.
Una investigación de RPPData, realizada en el marco del especial ‘De la hoja al narco’, constató que en el valle del Monzón la erradicación forzosa y la caída en los precios de cultivos alternativos como café y cacao propiciaron la migración de al menos un tercio de la población. Muchos salieron en busca de otros lugares en donde continuar con el cultivo de coca.
En el Monitoreo de Cultivo de Coca del 2015, la UNODC subrayó la importancia de la participación del Estado en cuanto a los planes de desarrollo que involucren a la mayor parte de la población en el Monzón. “De no ser así, se corre el riesgo de que el cultivo de coca alcance nuevamente niveles de difícil control”, dice el informe.
Estrategia en debate
En los últimos siete años el Gobierno peruano erradicó más de 157 mil hectáreas de hoja de coca. Sin embargo, el incremento del espacio cocalero abre el debate sobre la efectividad de la estrategia antidrogas de Perú.
Para el economista Jaime García, miembro del Instituto de Estudios Internacionales y especialista en temas de narcotráfico, el principal problema está en el VRAEM. “De los nueve puntos de incremento a nivel nacional, seis corresponden al VRAEM. Si no se reducen los cultivos en ese valle, no se va a cumplir la meta de la estrategia antidrogas”, declaró.
Consultado por RPPData, Ricardo Soberón, expresidente ejecutivo de DEVIDA, comentó que “la política de erradicación no logra detener los cultivos de coca. Esto debe poner en tela de juicio las políticas de estado para controlarlos”.
El informe de UNODC destaca que el aumento de los cultivos cocaleros en Perú se produce en un contexto de crecimiento regional que abarca también a Colombia y a Bolivia: los tres países registraron 213 mil hectáreas el 2016, 36% más que el 2015. El aumento se condice con el crecimiento de la demanda en Norteamérica y Europa.
En un comunicado emitido este martes, DEVIDA afirmó que el Gobierno “atenuó la tendencia regional del incremento de cultivos de coca (...) Mientras que en Colombia aumentaron un 52% y en Bolivia un 14%, en Perú creció solo el 9%”.
Colombia tiene actualmente picos históricos de hectáreas de cultivos cocaleros, en el marco del Acuerdo de Paz firmado con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que incluye como estrategia la erradicación de plantaciones en dos opciones: forzada o voluntaria. El 2016 registró 146 mil hectáreas.
Bolivia tuvo 23 mil 100 hectáreas de coca ese año, 20 mil menos que Perú.
“Manejar solamente porcentuales no es un buen indicativo. Bolivia ha aumentado 14%, pero en términos de hectáreas es mucho menor de lo que ocurrió en Perú”, dijo la directora de la Red Andina de Información (RAI), Kathryn Ledebur, a RPPData. En una entrevista publicada en septiembre pasado, la especialista explicó que la mitad de la droga incautada en Bolivia es pasta básica peruana.
Perú se mantiene como el segundo país productor de coca en el mundo.
Ilustración de portada: Ivón Schmitt.
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