El día de hoy puede significar un punto de quiebre del quinquenio en curso. El Pleno del Congreso debe pronunciarse sobre la confianza solicitada por Salvador del Solar.
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Cuando las puertas parecen cerradas y todos los caminos pueden conducir al despeñadero suena la hora de la abnegación y la audacia. Necesitamos abnegación y audacia para no poner en riesgo lo que hemos avanzado como sociedad: el mayor período de continuidad democrática de nuestra historia, la estabilidad macroeconómica y la mejora de indicadores sobre salud, esperanza de vida, reducción de la pobreza, alfabetización y conectividad.
No sabemos si la sesión plenaria de hoy será recordada como un paso hacia la salida de la crisis o si se cumplirán los vaticinios más sombríos que se han venido acumulando durante los últimos meses. El Pleno del Congreso ha sido convocado a una sesión extraordinaria cuyo único tema, en principio, es escuchar la solicitud de confianza que el primer ministro formulará en nombre de su Gabinete.
Lo que está en juego es la opción entre la reforma política y la disolución del Congreso. Si el Congreso concede la confianza y se logra forjar consensos sobre los puntos que hay que reformar nuestro país podrá llegar fortalecido al bicentenario de su Independencia. En caso contrario, una eventual disolución del Congreso y la consiguiente convocatoria a elecciones parlamentarias en cuatro meses nos expondrá a la incertidumbre de la Caja de Pandora.
Escucharemos con atención los términos en que Salvador del Solar demandará la cuestión de confianza. Veremos si aprovecha la ocasión para matizar las exigencias y evitar todo pretexto de inconstitucionalidad: el plazo, la esencia no negociable, la interpretación retardada de la confianza. A pesar de la mala fe con la que en la mayoría de los casos se utilizan los argumentos jurídicos, debemos hacer prevalecer la prioridad dada al Perú y el sentido de ponderación.
Sin embargo, la víspera de esta crucial sesión plenaria, la Comisión de Ética ha recomendado la suspensión del presidente del Congreso. La mayoría se obtuvo con tres votos fujimoristas y uno aprista. Aunque es verdad que hay aspectos sórdidos en las denuncias contra él y otros congresistas, Daniel Salaverry no ha dudado en hablar de una “venganza” ejecutada por sus excompañeros de bancada, quienes según él, harán lo necesario para seguir boicoteando la lucha contra la corrupción y en consecuencia oponiéndose a toda verdadera reforma.
Daniel Salaverry ha insistido también en la necesidad de redistribuir las comisiones, para reflejar la actual composición de las bancadas. En vez de las seis bancadas de origen, hoy existen diez. Y la bancada fujimorista ya no tiene 73 miembros sobre 130, sino 53, después de dos nuevas defecciones registradas ayer.
Disputas distritales
Desdichadamente el espíritu de intransigencia y la prioridad dada a intereses particulares no solo perturba al Congreso. El día de ayer, hemos visto un violento enfrentamiento entre Serenos de los distritos vecinos de Independencia y San Martín de Porres. Es decir las autoridades municipales encargadas de garantizar la seguridad ciudadana han usado sus uniformes, sus varas y sus vehículos para golpear a sus colegas del otro lado de la Avenida Tupac Amaru, a pocos metros del Asentamiento Humano “El Milagro de la Fraternidad”.
Los conflictos de límites son numerosos en nuestro país. Lo saben en la capital los vecinos de San Isidro y Magdalena, los de Surco y Chorrillos, de Ate y La Molina. El Congreso sigue creando nuevos distritos a partir de territorios que se escinden de espacios mayores, complicando la gobernanza y multiplicando las instancias burocráticas.
Solo después de la violenta batahola de ayer los alcaldes distritales han pactado una reunión tripartita con el alcalde de Lima, Jorge Muñoz. Esperemos que el Milagro de la Fraternidad pueda también inspirar a los congresistas y que nos sorprendan ofreciéndole al Perú el fruto de la audacia y la abnegación.
Las cosas como son
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