Veremos si los garantes de la Ética parlamentaria se deciden a dejar de lado su tendencia a cerrar los ojos y a blindar.
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La generalizada desaprobación del Congreso no puede sino empeorar a partir de revelaciones sobre el comportamiento de Darwin Espinoza, todavía miembro de Acción Popular. Y vocero de la bancada. El congresista ha sido descubierto por periodistas de Latina en Ancash, utilizando empleados y bienes del Congreso para conseguir firmas que permitan la inscripción de un movimiento regional ancashino.
De inmediato la Procuradoría General del Estado ha solicitado que la Fiscalía abra una investigación por concusión y peculado de uso. Y en su partido se elevan voces para iniciar un proceso sumario de expulsión.
Hubiéramos podido esperar que bajo el impacto de un caso flagrante de deshonestidad, la Comisión de Ética Parlamentaria hiciera lo mínimo que se puede esperar de ella: sesionar. Pero no, nueve de sus 17 miembros pidieron licencia para no asistir, por lo que no se pudo contar con el número mínimo que garantizara el quorum.
De los 9 ausentes, cuatro son de Fuerza Popular: Barbarán, Ventura, Lizarzaburu y Zeta, a los que se añadieron Alcarraz de Podemos, Heidinger y Trigozo de APP, Taipe de Perú Libre y Héctor Valer de Somos Perú.
La Comisión de Ética debía ver el caso de Edgar Tello (del Bloque Magisterial), acusado, de recortar sueldos a sus trabajadores para quien la ponencia solicita una sanción benigna. También estaban en agenda los casos de Raúl Doroteo, uno de los “niños” de Acción Popular y Katy Ugarte (no agrupada), ambos bajo sospecha de ser “mochasueldos”.
Que la Comisión no haya podido sesionar por falta de quorum impidió también que se planteara el caso de Darwin Espinoza, que eventualmente será visto el próximo jueves. Veremos si entretanto los garantes de la Ética parlamentaria se deciden a dejar de lado su tendencia a cerrar los ojos y a blindar.
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