La incertidumbre política en EE.UU. provoca que aliados reconsideren inversiones multimillonarias en el caza F-35, buscando alternativas europeas para garantizar su autonomía defensiva.
Las dudas crecen en Canadá y Europa sobre la conveniencia estratégica de seguir invirtiendo en tecnología militar estadounidense de alto nivel, como el caza F-35 Joint Strike Fighter.
En menos de dos meses, el presidente Donald Trump ha trastocado décadas de política exterior, dejando a los miembros de la OTAN cuestionando si Washington honrará el compromiso de defensa mutua de la alianza transatlántica frente a una posible agresión rusa.
Esta situación podría afectar las ventas internacionales del F-35 producido por Lockheed Martin y otros aviones avanzados estadounidenses como el F-16. A medida que la guerra de Rusia en Ucrania continúa, se ha evidenciado que los miembros orientales de la OTAN aún poseen grandes arsenales de armas de la era soviética, incompatibles con el armamento occidental.
El plan a largo plazo para unificar las plataformas de la OTAN, reemplazando los viejos aviones soviéticos con occidentales, principalmente el F-16 y en algunos casos el F-35, ha ganado impulso. Sin embargo, algunos países de la alianza están reconsiderando vincular su defensa a sistemas estadounidenses y potencialmente considerando jets europeos.
Uno de los temores proviene de que posiblemente exista escondido un mecanismo de apagado, conocido como “kill switch” de los aviones en sus líneas de código, algo que funcionarios estadounidenses han negado.
Alternativas no estadounidenses
La Unión Europea anunció recientemente una nueva iniciativa para romper su dependencia de seguridad con Estados Unidos, enfocándose en comprar más equipos de defensa en Europa. En los últimos años, los 27 países de la UE han realizado aproximadamente dos tercios de sus pedidos a empresas de defensa estadounidenses.
En Canadá, donde Trump ha iniciado una guerra comercial y ha amenazado con una coerción económica, el nuevo primer ministro Mark Carney ha pedido al ministro de Defensa Bill Blair revisar la compra de los F-35, a pesar de que Canadá ha sido socio de Estados Unidos en el desarrollo del caza. Blair evaluará si existen otras opciones "dado el entorno cambiante", según un portavoz de defensa.
Portugal también está reconsiderando la compra de F-35 debido a las "posiciones recientes" adoptadas por Washington. El país está evaluando varias opciones para reemplazar sus F-16.
"No solo estás comprando un avión, estás comprando una relación con Estados Unidos", dijo a la AP Winslow T. Wheeler, quien trabajó durante tres décadas en el Congreso de EE.UU. en temas de seguridad nacional y defensa. "En el pasado, la gente no solo ha dado la bienvenida, sino que ha anhelado ese tipo de relación".
Países como Países Bajos y Noruega, sin embargo, han expresado recientemente su apoyo al programa F-35.
Las alternativas europeas incluyen el Saab Gripen sueco, el Eurofighter Typhoon (fabricado por un consorcio de Airbus, BAE Systems y Leonardo) y el Dassault Rafale francés. Aunque ninguno posee las capacidades sigilosas del F-35, podrían ver un aumento en ventas si otros países deciden renunciar a sus compras del caza estadounidense.
David Jordan, profesor de estudios de defensa en el King's College de Londres, señaló que anteriormente los líderes europeos consideraban más fácil y rentable apoyarse en la industria de defensa estadounidense para acceder a armamento avanzado. Sin embargo, el distanciamiento de la administración Trump de Europa podría ser el punto de inflexión.
Esto requeriría que el continente uniera su dinero y recursos en investigación, desarrollo, fabricación y logística, un punto de fricción habitual entre los países. No obstante, según Jordan, "la industria de defensa europea es más que capaz de construir lo que necesita" en una década.
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