Se cree que si todavía no se ha puesto de manifiesto es porque no hubo la energía necesaria para hacerla visible en experimentos físicos.
La atención del mundo científico estará puesta este martes en el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN), que dará a conocer nuevos resultados de los experimentos con los que pretende dar con el Bosón de Higgs, también conocido como "partícula divina", pilar del Modelo Estándar de la Física moderna.
Con ese fin, el CERN ha convocado a la comunidad de físicos a un seminario, durante el que se presentarán los avances registrados en los experimentos que realizan ATLAS y CMS, los dos detectores (de un total de cuatro) del Gran Acelerador de Hadrones (LHC) que buscan en paralelo la partícula de Higgs.
Los nuevos resultados que comunicará se apoyarán en el mayor volumen de datos analizados hasta ahora.
Aunque el CERN ha intentado moderar las expectativas señalando que aún no ha llegado a la etapa de establecer de manera definitiva la existencia o no del Bosón de Higgs, algunos científicos adelantaron a Efe que se presentarán "resultados sólidos" que apuntan a su "presencia".
De todos modos, la cautela se impone y no se dirá nada definitivo hasta que esos resultados sean contrarrestados una y otra vez, y se pueda eliminar todo riesgo de error.
"Este análisis debería ser suficiente como para marcar un progreso significativo en la búsqueda del Bosón de Higgs", se ha limitado a decir el CERN, que cuenta con algo más de 2.400 colaboradores y cuyo presupuesto anual es de unos 900 millones de euros.
Sus científicos llevan ya semanas analizando una cantidad inconmensurable de datos recogidos por el Gran Acelerador de Hadrones (LHC, siglas en inglés) buscando la partícula "divina", cuya existencia fue postulada en 1964 por el físico Peter Higgs.
Esa partícula explicaría las interacciones entre el resto de partículas y las fuerzas que actúan entre ellas, lo que a su vez permitiría comprender el origen de la masa.
Se cree que si todavía no se ha puesto de manifiesto es porque no hubo la energía necesaria para hacerla visible en experimentos físicos.
En el LHC es donde esa energía jamás alcanzada se ha producido este año, logrando acelerar haces de protones en sentidos opuestos a más del 99,9 % de la velocidad de la luz antes de que colisionen.
En el acelerador -un anillo de 27 kilómetros de circunferencia y dotado de cuatro gigantescos detectores enterrados entre 50 y 150 metros debajo de la tierra- se generan unos 20 millones de colisiones por segundo, pero de todos ellos una ínfima parte arroja datos que pasan el primer filtro de análisis.
Son los datos que pasan esa primera etapa los que son registrados en la memoria de miles de ordenadores, tanto del CERN como de la red de laboratorios y centros de investigación asociados en todo el mundo, para ser posteriormente analizados.
La cantidad de datos que genera cada detector al año es gigantesca e inimaginable, pero para entender de algún modo su magnitud baste decir que si tuviesen que ser registrados en CDs y éstos se colocaran uno sobre otro, formarían una columna de 20 kilómetros de alto.
A modo de comparación, dos veces la altura a la que suelen volar los aviones (unos 9.000 metros).
EFE
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