Swarm medirá las señales magnéticas emitidas por el núcleo, el manto, la corteza, los océanos, la ionosfera y la magnetosfera de la Tierra, y comenzará a enviar datos en unos tres meses.
La misión "Swarm", formada por tres satélites, ha despegado hoy con éxito desde el cosmódromo de Plesetsk (Rusia), con el objetivo de estudiar los procesos que ocurren en el interior de la Tierra, comprender mejor su campo magnético y por qué, según parece, éste se está debilitando.
El lanzamiento ha tenido lugar a las 13.02 horas (12.02 GMT) a bordo de un cohete Rockot y, si bien el despegue ha ido según lo previsto, habrá que esperar varias horas para hablar de éxito en la misión.
Una de las fases más críticas será cuando se separen del lanzador los tres satélites, lo que ocurrirá aproximadamente una hora y media después del despegue, momento en el que se recibirá la señal de cada uno de ellos y habrán pasado "los segundos más largos del día", según Paolo Ferri, jefe del departamento de operaciones de la Agencia Espacial Europea (ESA), de la que depende "Swarm".
Otro de los momentos clave es cuando los tres satélites desplieguen sus pértigas, lugar donde están ubicados los sensores magnéticos.
El primero está previsto que lo haga sobre las 22.00 horas (21.00 GMT), y los otros dos a lo largo de la próxima madrugada.
Esta misión se controla desde el Centro Europeo de Operaciones Espaciales de la ESA (ESOC) en Darmstadt (Alemania), a través de la estación de seguimiento de Kiruna (Suecia).
Hoy en Alemania unas cien personas trabajan en este lanzamiento, ha concretado a los periodistas Ferri.
"Swarm" medirá las señales magnéticas emitidas por el núcleo, el manto, la corteza, los océanos, la ionosfera y la magnetosfera de la Tierra, y comenzará a enviar datos -diariamente- en unos tres meses.
Esta misión de la ESA está formada por tres satélites idénticos, dos de ellos orbitarán en paralelo, decayendo de forma natural desde una altitud inicial de 460 a 300 kilómetros a lo largo de cuatro años, y el tercero se mantendrá a una altitud de 530 kilómetros.
El campo magnético es como una "enorme burbuja que nos protege de la radiación cósmica y de las partículas cargadas que bombardean la Tierra a través del viento solar", ha señalado la ESA en una nota.
EFE
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