El daño medioambiental que supone el dar clic para comprar un artículo por Internet supera a una compra normal en el supermercado.
Desde hace tiempo se viene midiendo las emisiones de CO2 que produce el comercio online, pero el surgimiento de la pandemia y el confinamiento de las personas ha incrementado las cifras de contaminación ambiental que supone las compras por Internet.
Según los datos de Amazon, el gigante del comercio electrónico, su huella de carbono en 2018 fue de 44,4 millones de toneladas de CO2, mayor que varios países de la Unión Europea.
La experiencia de usuario de comprar online es elegir un producto, dar clic y ver tu compra en la puerta de tu casa, pero tras bambalinas hay todo un proceso que supera en emisiones de CO2 a una compra normal en el supermercado.
"Una de cada tres cosas que compramos la devolvemos, con lo que esto también genera más tráfico", añade Celia Ojeda, responsable de la campaña de Consumo de Greenpeace.
El punto que separa al comercio electrónico del normal es la distribución de cada pedido a los hogares. Ya que cada empresa de transporte de carga debe dirigirse a muchos puntos en la ciudad, y si el cliente no se encuentra en casa, supone una actividad más que incrementa el impacto ambiental.
Además, el embalaje implica un uso de plástico que afecta la medio ambiente. Los envoltorios de los envíos representan el 30% de los residuos sólidos en Estados Unidos, según la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU.
Estos problemas que afectan al medio ambiente pueden tener una pronta solución con la expansión de autos eléctricos, una flota considerable reduciría significativamente las emsiones de CO2 a la atmósfera, y podría convertirse en la opción más "verde" para realizar compras.
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