En la actualidad, las fotos que capturamos con la ayuda de un smartphone buscan exhibir rasgos de una vida social supuestamente activa o interesante, que a su vez insinúe cierto estatus, señala un estudio.
Casi todos los dispositivos móviles tienen una cámara de fotos incorporada, facilitando la tarea de tomar una fotografía en el momento que queramos y en cualquier circunstancia. Sin embargo, el avance de este tipo de tecnología ha cambiado el valor emocional que antes se le atribuía a una foto, según detalla una reciente investigación desarrollada por la Escuela de Comunicaciones de la Universidad San Martín de Porres y publicada en la revista "Correspondencias y Análisis N°4".
La investigación sostiene que antes de la fotografía digital, las fotos cobraban el valor del evento en el que eran registradas, es decir en una fecha o lugar especial. Mientras que ahora son hechas y difundidas en cualquier momento a través de las redes sociales.
De este modo, su finalidad ya no es como en antaño conservar e inmortalizar un recuerdo al que se busca regresar posteriormente, sino exhibir rasgos de una vida social supuestamente activa o interesante, que a su vez insinúe cierto estatus o nivel de bienestar alcanzado, fines que hallan el escenario adecuado en las redes sociales.
Asimismo, el estudio señala que el rol tradicional del álbum fotográfico como archivo de imágenes que documenta el pasado histórico de las familias, reforzando el sentimiento de permanencia ante la muerte y el olvido, ha cedido su lugar al álbum digital de las redes sociales que gira en torno a una persona y ya no a una familia.
Esta tendencia provocada por el desarrollo de los dispositivos móviles y el avance de las redes sociales sería una muestra concreta de la preponderancia del "yo" y la individualidad en el uso de las imágenes a través de las redes, donde siempre predomina el sujeto como eje central. La valoración del momento, el lugar y el entorno ha pasado –concluye el estudio- a un segundo plano.
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