El 14 de febrero de 1990 la sonda Voyager 1, de la Nasa, fotografió nuestra galaxia, todo un acontecimiento histórico de la ciencia.
La NASA celebrará este fin de semana 20 años de la primera fotografía del sistema solar tomada por la cápsula Voyager, un acontecimiento histórico de la ciencia ahora eclipsado por los enormes avances de la astronomía durante la última década.
El 14 de febrero de 1990 la Voyager abandonó los extramuros del sistema solar, pero antes apuntó a sus cámaras para grabar lo que dejaba atrás: el Sol y los planetas que giran a su alrededor.
En realidad, Mercurio estaba demasiado cerca del Sol para verse con claridad, Marte era como una luna creciente y Plutón era demasiado tenue. Pero sí aparecían con claridad Neptuno, Urano, Saturno, Júpiter, la Tierra y Venus en lo que constituyó el primer "retrato familiar" de los planetas en torno al Sol.
Según Ed Stone, científico del Instituto Tecnológico de California, en realidad las misiones Apolo de la NASA que se llevaron a cabo durante los decenios de 1960 y de 1970 ya habían entregado imágenes de nuestro planeta azul tomadas desde la Luna.
Pero la Voyager 1 "captó a la Tierra como una pequeña mancha de luz en la enormidad del sistema solar, nuestro vecindario en la Vía Láctea y en un universo repleto de galaxias", señaló.
Para llegar al punto en que pudo hacer ese retrato familiar, la cápsula Voyager, lanzada en 1977, tuvo que recorrer 6.000 millones de kilómetros durante 12 años. A su paso por el sistema transmitió las que en su momento fueron espectaculares fotos individuales del gigantesco y gaseoso Júpiter, de Saturno, de Urano y de Neptuno.
Pero ninguna de ellas fue tan espectacular como la de la Tierra, un punto en la inmensidad del sistema, según Candy Hansen, científico del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, quien fue la encargada de las imágenes transmitidas por la Voyager.
"Allí estaba nuestro planeta, una mancha brillante alumbrada por la luz del Sol. Para mí fue asombroso comprobar lo especial que era la Tierra. Y también me hizo pensar en lo vulnerable y pequeña que es", indicó.
-EFE-
El 14 de febrero de 1990 la Voyager abandonó los extramuros del sistema solar, pero antes apuntó a sus cámaras para grabar lo que dejaba atrás: el Sol y los planetas que giran a su alrededor.
En realidad, Mercurio estaba demasiado cerca del Sol para verse con claridad, Marte era como una luna creciente y Plutón era demasiado tenue. Pero sí aparecían con claridad Neptuno, Urano, Saturno, Júpiter, la Tierra y Venus en lo que constituyó el primer "retrato familiar" de los planetas en torno al Sol.
Según Ed Stone, científico del Instituto Tecnológico de California, en realidad las misiones Apolo de la NASA que se llevaron a cabo durante los decenios de 1960 y de 1970 ya habían entregado imágenes de nuestro planeta azul tomadas desde la Luna.
Pero la Voyager 1 "captó a la Tierra como una pequeña mancha de luz en la enormidad del sistema solar, nuestro vecindario en la Vía Láctea y en un universo repleto de galaxias", señaló.
Para llegar al punto en que pudo hacer ese retrato familiar, la cápsula Voyager, lanzada en 1977, tuvo que recorrer 6.000 millones de kilómetros durante 12 años. A su paso por el sistema transmitió las que en su momento fueron espectaculares fotos individuales del gigantesco y gaseoso Júpiter, de Saturno, de Urano y de Neptuno.
Pero ninguna de ellas fue tan espectacular como la de la Tierra, un punto en la inmensidad del sistema, según Candy Hansen, científico del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, quien fue la encargada de las imágenes transmitidas por la Voyager.
"Allí estaba nuestro planeta, una mancha brillante alumbrada por la luz del Sol. Para mí fue asombroso comprobar lo especial que era la Tierra. Y también me hizo pensar en lo vulnerable y pequeña que es", indicó.
-EFE-
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