NIUSGEEK tuvo en manos al LG G8S, el smartphone de alta gama de la compañía surcoreana presentado en el más reciente Mobile World Congress. Después de un mes de uso, estas son nuestras impresiones del equipo.
LG no la está pasando bien en la división de móviles. Luego de caer en ventas este 2019, y desplegar su nueva generación de smartphones detrás de la competencia, intenta mantener el interés de los usuarios con diferenciales arriesgados. Gracias a LG Perú tenemos al LG G8S, el equipo de alta gama de la compañía y estas son nuestras impresiones.
Antes de este análisis, repasemos las especificaciones:
Un diseño que necesita una dieta lateral
Si lo comparamos con el G7, el salto en diseño es abismal y más cercano a la línea premium “V” que los surcoreanos presentan en la segunda parte del año. Hablamos de un equipo rodeado de Gorilla Glass 5 (adelante) y 6 (atrás) junto a un marco de aluminio. Afortunadamente, LG mantiene la certificación militar STD-810G del modelo anterior.
Tenemos un orden parecido al G7 del año pasado, pero con un cambio radical: la ubicación del botón de bloqueo. Está muy arriba, casi como de salida del lateral derecho y por encima de la bandeja SIM y microSD. El resto sigue igual: botones de volumen y Assistant a la izquierda, audífonos y USB-C en la parte inferior, junto a la bocina.
Si lo comparas con el S10 o el P30, pues resulta un poco más ancho al agarre, y en esta proporción de pantalla los teléfonos más angostos siempre se sienten mejor a la mano, sobre todo cuando la pantalla termina en una curva lateral sobre el vidrio. Aquí tenemos una integración menos fina entre el panel y el borde, y se nota más al extender el agarre.
Tengo sentimientos encontrados con el diseño en general. Por un lado, tiene un precioso acabado en este tono negro, que refleja las luces como pocos, en un año lleno de color en la parte trasera. Sin embargo, extraño ese atrevimiento de las marcas líderes en este dispositivo, que termina siendo más sobrio que la competencia. Es lo más parecido que vas a encontrar, en sensación de toque y uso, al iPhone XR.
La pantalla más cumplidora de LG
Por fin, y después de siete versiones, los creadores del OLED le ponen uno a su teléfono, pero nos quita resolución frente a los modelos previos. El panel se queda en un FullHD+ compatible con HDR10 y Dolby Vision.
No es el mejor panel, pero funciona realmente bien a esa resolución y con una gran calidad de color. Y, aprovechando el contraste alto que las OLED logran, los modos de color se lucen realmente. El aditivo “TrueView” permite que la emisión de luz del panel coincida con la iluminación ambiental.
Los modos de color ayudan a un boost de intensidad en los colores, que se aprovecha en la multimedia. Y hablando de multimedia, es una pantalla de buen color para Netflix y YouTube, así como para juegos e interfaces de lectura.
Quizás el punto negativo más evidente sea el notch, el espacio que LG dispone para una serie de integrados que veremos más adelante. Ese espacio, mas el tamaño del borde, nos dan la impresión de una pantalla no tan inmersiva como uno podría esperar.
El software requiere a gritos una nueva capa
El equipo va con Android 9, y correo bajo una capa de personalización que, desde hace media década, añade casi lo mismo. Son pocas las evoluciones de LG en este apartado, si comparamos esta versión con la del G5, por ejemplo.
Sin embargo, su launcher es nada invasivo y restrictivo cuando usamos Nova, o cualquier otro lanzador. Por defecto, siempre uso Nova Launcher en los LG y no me ha generado problemas, como sí ocurre con EMUI, por ejemplo.
Lamento que esta versión no lleve de manera nativa un modo oscuro optimizado en todas las áreas. Para empezar, hay que descargar un tema de terceros, lo que ya genera inconsistencias con parte de la interfaz.
Lo bueno es que muchas líneas de Android Stock se respetan. El asistente, Lens, y gran parte de la suite de Google para teléfonos van realmente bien. Además, los gestos de navegación de Pie también están corriendo en este software.
En el apartado de “Extensiones”, LG concentra los atajos y añadidos para complementa la navegación con una barra flotante, el Smart Doctor, el apartado de “Doble App”, una útil suite de grabación de pantalla, su solución “Content Awareness” para conexiones automáticas en lugares de confianza y acciones asociadas a la geolocalización, y el nuevo “Air Motion”.
En este punto quiero ir despacio, porque LG ha implementado un sensor de profundidad que identifica movimiento. Junto al sensor fotográfico delantero, se aloja el sistema “Z Camera”, una serie de componentes de captura de gestos y profundidad de objetos frente al lente.
En este apartado, aparece el Hand ID, un sistema biométrico que “analiza el patrón único de tus manos” para activar el smartphone con un simple barrido sobre pantalla.
Air Motion te permite abrir aplicaciones con un gesto, como Spotify o YouTube. La idea es escoger entre dos aplicaciones pree establecidas en el apartado “Content Awareness” para escoger una opción.
Podemos pausar o quitar una alarma, contestar o colgar una llamada, capturar pantalla, tomar una selfie o subir y bajar el volumen de una aplicación. Cada app integra un par de opciones que puedes usar.
Todo esto es, evidentemente, propenso a fallos. Y falla. Y mucho. Durante estas tres semanas de uso, usé Hand UI un par de veces: cuando lo instalé, y cuando intenté usarlo. Nunca más me funcionó.
La barra luminosa bajo el lente aparece cuando no la llamas, pero desaparece cuando la necesitas. Para subir el volumen, por ejemplo, cogía el teléfono con la mano izquierda y usaba la derecha para ejecutar el Air Motion. Lo alucinante era que, poniendo la mano izquierda en ese lugar, era más fácil usar los botones de volumen físicos que quedaban bajo mi pulgar de manera orgánica.
Aun con ese “desbalance”, solía encontrar esta opción como “abrebocas”, pero no va más allá de ser una función llamativa, y nunca la usaría como una condición realmente orgánica. Es un integrado que le da más seguridad al equipo cuando usamos el “Face Unlock”, pero creo que han pecado de optimistas con los controles gestuales.
Rescato, por encima de todo, la optimización que hace el “Smart Doctor” en el equipo. Va rápido, resuelve bien y ayuda mucho a gestionar al equipo.
El esmero en la cámara es evidente
Desde la edición pasada, estaba más que contento con los lentes de LG. Este año, junto con la evidente tendencia a tres lentes, vemos un equipo potenciado por varios frentes.
El triplete de lentes no solo funciona bien, sino que también va rápido. Dispara y graba sin contratiempos, y su calidad de color es realmente buena. En esta edición, la integración con Google Lens es más profunda, y el ángulo de visión para fotos y videos mejoró considerablemente.
El modo noche es un poco más conservador, a diferencia de lo que vemos en los procesos del S10 Plus, el P30 Pro o el mismo One Plus 7 Pro. Es menos intenso, pero se ve más natural. Sin embargo, el lente teleobjetivo sufre en condiciones de poca luz y pierde mucho detalle.
El lente angular no enfoca, pero tiene gran detalle respecto a la generación anterior. Es un buen trio de cámaras, sin duda. Eso, sumado a la protección IP68 y su batería, hacen de este equipo un gran compañero de viajes para fotos y videos.
Y hablando de videos, LG siempre se ha diferenciado del resto de marcas por un detalle – geek, pero gran detalle – y es el control manual de todo. En este modo, tenemos monitoreo de audio, limitador de frecuencias, zoom cinematográfico, filtros y varias opciones.
La cámara delantera se apoya en su sensor de profundidad y va realmente bien. Extraño, eso sí, un lente angular como la primera generación de LG V10, pero hasta el momento es el mejor sensor que LG ha puesto en la parte frontal de un equipo. Punto.
Su modo retrato levanta considerablemente la calidad en la noche, eso gracias a su sensor de profundidad. Notable.
A diferencia de la tendencia, los surcoreanos mantienen el puerto para audífonos, así que podremos conectar micrófonos para mejorar nuestra producción de video.
¿Qué tanto daño le hace el software al rendimiento?
Poco, pero le hace daño. Este equipo lleva un Snapdragon 855, 6Gb de RAM y 128Gb de almacenamiento interno, credenciales de peso para cualquier equipo hoy. Va fluido, muy rápido en procesos y cambio de apps sin cierre.
Sin embargo, la capa de personalización de LG está llena de transiciones que solo sirven para crear un efecto y para nada más. Cambié a Nova Launcher, y el teléfono era realmente otro.
Además de contar con NFC y Bluetooth 5, tenemos un equipo que no pierde conectividad. Tuve la chance de llevarlo a Nueva York y perdió pocas veces la conexión. Lamentablemente, esta versión disponible localmente no cuenta con Radio FM.
No suena tan bien como el hermano G8, que lleva un boom sound bajo pantalla heredado del G7. Sin embargo, se disfruta el contenido en un estéreo impecable. Eso sí, si se cae al agua se va a quebrar un poquito el sonido. Hay que esperar a que seque la bocina.
Los juegos van muy bien, y la calidad gráfica en combinación con OLED es sobresaliente. El tamaño ayuda a que los controles estén a mano y no hay molestia en el uso del equipo a diario.
Seguramente será duro lo que voy a decir en este momento, pero este equipo comenzó realmente a gustarme cuando desactivé todas las opciones que LG quiere que use. Quité el Air Motion, el Quick Capture, su launcher, sus interacciones con el entorno y comencé a usarlo con más ganas. Tremendo. Incluso su Always On Display se porta bien, y de manera muy útil. El día que LG decida ser Android One con el hardware del momento, será imparable.
Por fin tenemos autonomía de la buena en LG
La implementación de un panel OLED FullHD+ impacta positivamente en la gestión energética, y eso se nota en todo momento. Ha sido la primera vez que mi obsesión por las “baterías de LG” no apareció nunca.
Sus 3550 miliamperes son suficientes para un día promedio, y eso en LG es algo a resaltar, pues hasta el G7 sufríamos con 8 o 10 horas de vida, no más. Es la primera vez que tengo un equipo de alta gama “G” que llega con 30% de jugo bajo el chasis al final de mi jornada.
Cuenta con carga rápida 3.0 y carga inalámbrica de 18 watts, una velocidad más que suficiente para tener en hora y media una carga total. Y, a diferencia de las generaciones previas, no calienta para nada, a pesar de la tapa trasera de vidrio.
¿Vale la pena?
Pues depende. Por un lado, estamos hablando de un equipo de gama alta, con Snapdragon 855, tres lentes y 128GB de almacenamiento con sensor delantero 3D. Sin embargo, los desbalances en software, el Air Motion y la interfaz anticuada no me ayudan mucho a decantarme por él.
Es un equipo que puede interesarle a alguien que quiera una experiencia multimedia óptima en audio y video, que requiera seguridad biométrica más avanzada en el lente delantero y que no desea caer en la tendencia del “sensor de huella bajo pantalla”. Por lo demás, creo que LG aun carece de un equipo redondo y convincente.
Su diseño destaca, pero no es suficiente con modelos más estilizados. Su pantalla es muy buena, pero hay paneles de mayor calidad hoy en el mercado. Su procesador es el tope del año y su rendimiento es muy eficiente, pero el software no me deja disfrutar al 100% este equipo. Al menos eso quería.
Comparte esta noticia