Elegida como la mejor serie del siglo XXI por una encuesta de la BBC, repasamos el camino y las razones que hicieron de ‘The Wire’ una pieza clave en la historia televisiva.
No hay exageración en afirmar que, un 2 de junio de 2002, los espectadores que encendieron su televisor y sintonizaron HBO fueron testigos de un suceso extraordinario. O uno que, en adelante, lo sería. Porque aquel día en la pantalla chica se estrenó “The Wire”, la mejor serie de televisión en lo que va del siglo XXI, según una reciente encuesta hecha por la BBC a críticos internacionales. Y también de acuerdo con otras listas —como la de 2016 de la revista Rolling Stone que la ubicó en el segundo lugar—, dedicadas a elaborar estos cuadros de honor.
Al enterarse que la producción que creó con el expolicía y exprofesor Ed Burns encabezaba la nómina, David Simon compartió la noticia en su cuenta de Twitter con un mensaje que aludía a otra de sus ficciones televisivas: “Estoy aquí con mi café de la mañana por si alguien quiere hablar de ‘Treme’”. Típico de Simon, diría cualquiera de sus seguidores, acostumbrados a su afición por dar la contra a la condescendencia o los lugares comunes desde tiempos remotos, cuando trajinaba como reportero en el periódico Baltimore Sun.
Fue en esa redacción donde se formó como observador profesional de los temas y personajes de la ciudad de Baltimore (Maryland, EE.UU.) que más adelante nutrirían sus libros “Homicide” y “The Corner” —ambos adaptados a la televisión durante sus inicios como productor—, así como “The Wire”, el producto televisivo que presentó a HBO en noviembre de 2001 como una “serie de antipolicías”, “una especie de rebelión contra todos los estúpidos procedimientos policiales que invaden y afligen a la televisión en EE.UU.”, según contó en una ocasión.
También puede considerársele un “policial mentiroso”, como dijo a RPP Noticias el periodista argentino Pablo Manzotti, autor del libro “Seriemanías”. “Es realmente una serie de los Estados Unidos, de la misma manera en que ‘El padrino’ no es una película sobre la mafia sino sobre Estados Unidos, o ‘The Man Who Shot Liberty Balance’ no es un western, sino una cinta sobre el origen de la política en ese país”, reflexionó. Una ficción que examina con una visión “bastante cáustica” las instituciones norteamericanas de la era posindustrial.
Un ‘Baltimore Transfer’ en la televisión
El cable (“wire”, en inglés) que el Departamento de Policía utiliza para interceptar las llamadas telefónicas de narcotraficantes une las cinco temporadas de la serie de Simon y Burns. Pero el verdadero hilo conductor recae en la ciudad de Baltimore, personaje colectivo de esta historia que, como hizo en los años 20 el novelista John Dos Passos con Nueva York en su novela “Manhattan Transfer”, ofrece una imagen de totalidad al ser abordada desde sus distintos sectores, todos ellos interdependientes y en constante tensión.
Así, la primera temporada se centra en un grupo de policías que libran una batalla contra las drogas a través de un servicio de inteligencia, mientras la segunda dirige el foco al puerto, escenario de supervivencia de la clase trabajadora. En la tercera entrega, la atención se posa en la municipalidad, donde se exploran las posibilidades de una reforma política, y en la cuarta es la escuela pública la excusa para desengranar las desigualdades sociales. La última temporada se ocupa de los medios de comunicación y las formas de retratar su realidad.
Tremenda ambición en la pantalla chica fue posible también por los ejecutivos de HBO que tuvieron la visión de apostar por una serie que ofreciera, en palabras de Simon, “algo distinto al habitual producto de la industria televisiva”. Pero si “The Wire” luce ahora como uno de los relumbrones de la edad dorada de la televisión estadounidense se debe también a que hubo antecesoras que allanaron el camino.
La crítica Emily Nussbaum, de la revista The New Yorker, da como punto de partida al drama familiar “Los Soprano”, estrenada en 1999, aunque el crítico Brett Martin, en su libro “Hombres fuera de serie”, destaca en la ochentera “Hill Street Blues” los aires de reforma que soplarían en la pantalla chica a inicios de los 2000.
Según Manzotti, los años noventa fueron claves para que un “The Wire” fuese posible. “‘Twin Peaks’ y ‘Los expedientes secretos X’ cambian la manera de pensar la televisión. La segunda es una cantera de realizadores exitosos”, apuntó. De allí, destacó el especialista, salieron showrunners como Vince Gilligan, Howard Gordon, Frank Spotnitz, entre otros, que más adelante producirían piezas de gran calidad como “Breaking Bad”, “24”, etcétera. Bajo estos precedentes es que HBO, años más tarde, se la jugara por la serie de Simon y Burns.
“Hay que sacarse un poco el sombrero por HBO. Creo que ahí hay algo fundamental. HBO da libertad creativa y ofrece esa posibilidad de que apareciera ‘Sopranos’ y ‘The Wire’. Después de ‘The Wire’, hay una serie muchísima más compleja que es ‘Treme’, también de Simon, que trata la corrupción alrededor de la construcción de New Orleans. Me parece que ahí está la astucia de entender por dónde están esas miradas tan particulares y permite estos vuelos creativos. Ahí está lo fundacional”, opinó el experto.
“This is America”
Visualmente, “The Wire” maneja con fluidez los ambientes interiores y exteriores, ensayó Manzotti. “Hay una selección de los escenarios de Baltimore que es suprema al punto de lograr que la ciudad sea una pequeña reconstrucción de los Estados Unidos”, dijo. Y también enfatizó “la iluminación” que contrasta los “colores más pasteles en interiores con los fríos” de la ciudad que consiguen un efecto asfixiante en los personajes. “Son gente que están en tensión constantemente”, acotó.
“Destaco también los monitores. Cómo van construyendo un relato, desde las escuchas, esta suerte de unidad [policial] que trata de cambiar una realidad en Baltimore que, en el fondo, es imposible de cambiar”, subrayó el experto. Y vale destacar la elección de un elenco integrado por actores profesionales y otros amateur que fueron convocados por su experiencia de vida: exreos, expolicías, experiodistas. Un combo especial que dio como resultado el efecto de verismo necesario para radiografiar aquellas instituciones que ponen en marcha una maquinaria de corrupción instalada en las entrañas de la democracia.
Una reflexión que David Simon había sostenido en una entrevista en la que comparó a “The Wire” con una “tragedia griega” en el sentido de que “las fuerzas olímpicas” que representaban los dioses en las obras de Esquilo, Sófocles y Eurípides son, ahora, “las instituciones postmodernas” contra quienes sus personajes deben luchar para no terminar “burlados, marginados o aplastados”. “Ese es el poder de ‘The Wire’: seguimos hablando de ella para entender algunos resortes de la sociedad del siglo XXI, más allá de los Estados Unidos”, sostuvo Manzotti. La primera secuencia de la serie ilustra bien esta idea, cuando el detective McNulty interroga en la calle al amigo de un chico que acaba de ser baleado por robar el dinero de una apuesta, algo que hacía, según cuenta, con recurrencia. “Si cada vez se llevaba el dinero y escapaba, ¿por qué lo dejaban jugar?”, pregunta el policía. “Teníamos que dejarlo. Esto es Estados Unidos”, responde el amigo.
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