AFHS: Desalojan a la fuerza a los Maldini de su casa

Fernanda está totalmente sorprendida de ver con vida a su nona Francesca quien le explica las razones que tuvo para hacerse pasar por muerta. “¡Estás viva pensé que nunca más te volvería a ver!”, le dice emocionada. “¿Y cuándo piensas acabar con esto?”, pregunta la joven. “Cuando hayan sufrido lo suficiente”, responde Francesca. “Lo que viene ahora es que los desalojen y Peter ocupe la casa con su familia”, añade. “Pero madam, yo no podría desalojarlos”, dice Peter. “No te preocupes que de eso se encargará Ronald Cross y será más pronto de lo que te imaginas”, dice Francesca.

Susú recibe una respuesta positiva para hacer un show infantil. Bruno está disgustado porque no tiene un solo centavo pero más porque Susú quiere que él también sea parte de su show infantil.

Isabella llega a la constructora y quiere ver a Miguel Ignacio. Lucifer le dice que no está y cuando Isabella decide esperarlo en su oficina, Lucifer le impide el paso por “reglas de la compañía”. Isabella se retira y le encarga a la secretaria que le diga a su gordito que vino a buscarlo. Lo que ocurre es que Miguel Ignacio está escondido en el baño porque no quiere enfrentarla. Llama a Gladys diciéndole que quiere hablar con ella. “¡Yo no hablo contigo, mentiroso!”, es la respuesta de Gladys. “Afortunado en el dinero, desafortunado en el amor. Qué le voy a hacer”, es la reflexión de Miguel Ignacio.

Nicolás llega a la playa y se encuentra con unos amigos que le advierten que el mar no está para correr olas. “No voy a correr olas. Lo que quiero es vender esta tabla”, dice y ofrece su tabla favorita. Uno de sus amigos se la compra. Nicolás regresa a Las Lomas y le entrega el dinero a Grace para que le compre leche y pañales a Nelly Francesca.

Isabella regresa a su casa muy atolondrada diciendo que no encontró a Miguel Ignacio. Mientras tanto Susú está convenciendo a Bruno de que participe en su show infantil pero él se niega. En eso suena el timbre de la puerta. “¡Es Miguel Ignacio! ¡Ya sabía que no nos iba a abandonar!”, dice Isabella y abre la puerta. Pero se trata de Ronald Cross que llega con policías y una serie de personas. “He venido a cumplir con la orden de desalojo”, les dice a los asombrados Maldini.

Manolo regresa a su casa. Está contento y su madre lo nota. Le cuenta que ya almorzó con Luciana. “Esta sonrisa se debe a Luciana”, le dice. Socorro recibe una llamada de Peter quien le dice que alisten sus cosas porque hoy mismo se mudan a la casa de los Maldini. Mientras tanto, Ronald Cross le da una hora a los Maldini para que abandonen la casa con sus pertenencias personales y sin tomar ni un solo mueble. Isabella, Susú, Bruno y Nicolás se desesperan y tratan de buscar una salida. Pero al final, los policías los sacan a la fuerza en medio de los gritos de Isabella y Susú. El abogado les dice a Monserrat y Hiro que ellos podrán quedarse en la casa al servicio de los nuevos dueños que se encargarán de pagarles su sueldo.

Peter llega a Las Lomas y Ronald Cross le entrega las llaves de la casa de los Maldini. “¿Por qué nos hiciste esto?”, le reclama Nicolás. “Peter, yo siempre te he querido como un tío”, le dice Isabella. “Lo siento señora”, le responde Peter y se retira. Recoge a Socorro y Manolo y regresa a ocupar la casa de los Maldini. Aparece Reyna Pachas y les propone que vayan a vivir al piso que antes ocupaba Peter. “No les voy a cobrar, les fío. ¿Lo toman o lo dejan?”, les dice. Al final se lleva a los Maldini a su piso. “Bienvenidos a su flac”, les dice a los aturdidos Maldini.

Peter y Socorro planean invitar a los González a una cena para agradecerles por la acogida que les dieron cuando llegaron a Las Lomas. “Monserrat, Hiro, ¿ustedes podrían encargarse de las cosas?”, les pide y ellos asienten. Socorro le da un vistazo a la casa. Entra al dormitorio principal y está encantada por lo grande que es. “Nunca le podremos agradecer a la señora Francesca por todo esto y por lo que se ha preocupado por ti. La señora Francesca es una santa”, le dice.

Reyna les enseña los “ambientes” de su flac a los Maldini. Y de paso les dice que el flac no tiene baño. “Pero pueden usar el silo que está más allá o el baño del primer piso”, les dice. El celular de Nicolás recibe una llamada. “Rubí, han pasado muchas cosas, te necesito más que nunca. Quiero verte”, le dice Nicolás y además le cuenta que Peter y su familia se han mudado a lo que era su casa. “No puedo ir a verte estoy con unos ensayos terribles. Tengo que cortar”, le dice Rubí y le cuelga. Inmediatamente después llama a Manolo que está ocupando lo que era el dormitorio de Nicolás. Mira en su celular que Rubí lo está llamando pero duda en responderle o no.

Charo llega a la casa que ahora ocupan los Maldini. “He venido a darles la bienvenida y les he traído este chifón”, le dice. El único que agradece es Nicolás. “Oye tú, serpiente andina, ¿a qué has venido, a burlarte de nosotros? Llévate eso”, le dice Isabella. Charo deja el chifón en la mesa y se retira. “Nicolás, tira esa porquería a la basura”, le ordena Isabella a su hijo. “¡Mamá, qué te pasa! La señora Charo ha tenido un gesto amable y te portas así”, le responde. “Ay, la verdad es que tengo un poquito de hambre”, dice Susú. “A mí también me están sonando las tripitas”, añade Bruno. Y al final, los tres se abalanzan sobre el chifón y lo parten en trozos y se lo comen con ansiedad.

Peter llega a la casa de los González para invitarlos a cenar. Nicolás lo oye hablar. “Qué bien Peter. Nos botan de nuestra casa y tú haces fiesta”, le dice y luego se retira. Peter reitera su invitación y les dice que los espera en la noche. Al salir se encuentra con Félix que como siempre ha escuchado todo y le pide a Peter que lo invite a la fiesta, asunto que el nuevo propietario de la casa Maldini acepta. En eso ve pasar a Manolo conduciendo una camioneta y entiende que su hijo ha empezado a tomar las cosas de sus antiguos patrones.

Bruno llega a la bodega de don Gilberto y le pide que le fíe unos pañales para adultos mayores. “¿Y me va a pagar?”, le pregunta. “Me ha salido un negocito y en cuanto cobre, te pago”, responde Bruno. “¿No quieres un yonquecito?”, le propone Gilberto. “Pero ¿eso no es un trago para gente de escasos recursos?”, pregunta Bruno. “Bueno, tú no estás en el mejor de los momentos”, le dice Gilberto y finalmente Bruno acepta la copa que le ofrece.

Isabella va en busca de Charo en primer piso de la casa de los González. “Serp… perdón, Charo, quería disculparme por mi comportamiento de hace un rato cuando nos llevaste el chifón. Es que estaba medio nerviosita. Y como ahora somos pobres, tendré que dedicarme a darle de comer a mi familia pero no sé cocinar así que te pido por favor que me des algunos tips”, le dice. Charo acepta sus disculpas y se dispone a contarle sus secretos culinarios mientras Isabella, que está con puchero, tiene una libreta en mano en donde anotará lo que la madre de Grace le diga.