Esta nueva medida migratoria busca cerrar el cerco a ciertos vínculos peligrosos. Esto es lo que cambiará para algunos solicitantes de visa en Estados Unidos.
En los últimos años, la política migratoria de Estados Unidos ha pasado por constantes ajustes, muchos de ellos con un enfoque más estricto en temas de seguridad. Las autoridades han dejado claro que buscan reforzar el control sobre quiénes ingresan al país, especialmente cuando existen antecedentes o vínculos con actividades que puedan representar un riesgo para la población. Estas decisiones han generado debate, pero también forman parte de una estrategia más amplia para frenar ciertos delitos.
Ahora, bajo esta misma línea, el gobierno estadounidense ha anunciado una nueva medida que apunta a cortar de raíz ciertos lazos problemáticos antes de que lleguen al país. Aunque suena drástica, la iniciativa forma parte de un plan nacional más amplio que también contempla acciones en otros frentes, como la cooperación internacional y el uso de tecnología avanzada para enfrentar uno de los desafíos más urgentes en materia de seguridad y salud pública.
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La política migratoria en Estados Unidos sigue endureciéndose, sobre todo bajo la administración de Donald Trump, que ahora apunta directamente a personas vinculadas al narcotráfico. Según anunció el Secretario de Estado, Marco Rubio, la medida contempla negar el ingreso al país no solo a individuos con antecedentes por tráfico de drogas, sino también a sus familiares y colaboradores cercanos. La decisión busca impedir que estas personas entren en territorio estadounidense y reforzar el mensaje de que no hay espacio para quienes representan un riesgo para la sociedad.
De acuerdo con Rubio, esta política no solo impide el ingreso a Estados Unidos, sino que también funciona como un elemento disuasorio para frenar las actividades ilícitas que tanto daño han causado. En una publicación en su cuenta de X (antes Twitter), el funcionario fue claro al afirmar que el Departamento de Estado utilizará todas las herramientas disponibles para combatir el flujo de fentanilo y otras drogas, cuyos efectos siguen afectando a miles de familias en el país. La prioridad es salvaguardar la seguridad nacional a través del control migratorio y el bloqueo de redes criminales.
Esta estrategia se apoya en una fuerte ofensiva contra los cárteles de droga que operan a nivel global. En los últimos años, Estados Unidos ha llevado a cabo operaciones clave como Plaza Spike y Apollo, enfocadas en detectar cargamentos ilícitos y decomisar sustancias en puntos fronterizos y aeropuertos. Estas acciones han resultado en el fortalecimiento de la seguridad en aduanas y en la detección de rutas de tráfico que antes pasaban desapercibidas. El objetivo es claro: cortar de raíz las redes de distribución.
Además, el gobierno ha invertido en nuevas tecnologías para hacer más efectivas las investigaciones, incluyendo inteligencia artificial para rastrear movimientos financieros y logísticos. Según datos de la DEA, más de 300 personas y entidades asociadas con el narcotráfico han sido sancionadas desde 2021. Como parte del plan nacional, la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas cuenta con un presupuesto de 44 mil millones de dólares. Incluso se ha logrado establecer acuerdos con agencias de China para frenar la llegada de fentanilo, una de las sustancias más peligrosas y letales que enfrenta actualmente el país.