Los aranceles impuestos por Trump impulsan la compra de ropa usada, mientras consumidores buscan opciones más económicas y sostenibles ante el aumento de precios.
En medio de la incertidumbre comercial impulsada por los aranceles de la administración Trump, las tiendas de ropa y accesorios de segunda mano en Estados Unidos se perfilan como ganadoras inesperadas. Con el incremento en los precios de productos importados —estimados en hasta un 65% para ropa y 87% para artículos de cuero, según un análisis de Yale—, los consumidores están reconsiderando sus hábitos de compra.
La ropa usada, al no estar sujeta a los mismos gravámenes si se comercializa localmente, ofrece una alternativa económica en tiempos de inflación. Plataformas de reventa, tiendas de consignación y boutiques vintage están viendo un repunte en la demanda, impulsadas por compradores que buscan ahorrar o rentabilizar su propio guardarropa.
Kristen Classi-Zummo, analista de Circana, afirma que los canales que brindan valor están mejor posicionados para prosperar en este escenario volátil. No obstante, persisten dudas sobre si los aranceles serán lo suficientemente duraderos como para modificar conductas de consumo, y si los vendedores de segunda mano subirán sus propios precios ante la creciente demanda.
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Aranceles impulsan la moda de segunda mano y transforman el mercado de ropa usada en Estados Unidos.
La creciente incertidumbre por los aranceles comerciales en Estados Unidos está impulsando el auge del mercado de ropa de segunda mano. Compradores y vendedores recurren a plataformas digitales como Mercari, Poshmark y ThredUp para evitar los costos elevados de la ropa nueva, que podrían aumentar hasta un 65% debido a las tarifas.
Antes de esta situación, la moda de segunda mano ya ganaba terreno, con un crecimiento proyectado 11 veces mayor que la venta de ropa tradicional, impulsado por consumidores jóvenes y conscientes del medio ambiente. Según datos recientes, las descargas de aplicaciones de reventa crecieron un 3% en el primer trimestre de 2025, el primer aumento en tres años.
Expertos señalan que, aunque algunos vendedores podrían ajustar sus precios, la demanda de ropa usada seguirá al alza, pues representa una opción más económica y sostenible. Sin embargo, la eliminación de ciertas exenciones arancelarias podría afectar a los revendedores que importan mercancía usada del extranjero, complicando el panorama futuro del sector.
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