El cierre de USAID dejará sin tratamiento a un millón de niños con desnutrición y amenaza con el resurgimiento de la polio y la malaria en países vulnerables.
La administración Trump anunció el 10 de junio una radical reestructuración que marca el fin de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) en el extranjero. A partir del 30 de septiembre, todo el personal internacional será retirado y sus funciones transferidas al Departamento de Estado. La medida ha sido criticada duramente por especialistas, quienes alertan que el impacto sobre la salud pública y la seguridad alimentaria mundial podría ser catastrófico.
El plan fue impulsado bajo la bandera del Departamento de Eficiencia del Gobierno (DOGE, por sus siglas en inglés), que ya había recortado más del 80 de los programas activos de USAID. La decisión afecta directamente a cientos de funcionarios del servicio exterior y contratistas desplegados en más de 100 países, y plantea serias dudas sobre el futuro de la asistencia internacional de EE.UU.
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Se intensifican riesgos sanitarios en países en desarrollo
La desaparición de USAID culmina un proceso de desmantelamiento que comenzó en marzo, cuando se anunció la cancelación de más de 5 200 de los 6 200 programas activos de la agencia. Los proyectos restantes serán absorbidos por el Departamento de Estado, una decisión que genera preocupación sobre la continuidad de las misiones técnicas especializadas.
Según exfuncionarios de USAID, los recortes podrían tener efectos devastadores:
- La interrupción del tratamiento para un millón de niños con desnutrición
- Hasta 160 000 muertes por malaria
- 200 000 nuevos casos de parálisis por polio en la próxima década
Estas cifras, señalan los expertos, reflejan un retroceso global en salud pública y bienestar social sin precedentes recientes.
Polémicas y acusaciones marcan el cierre de la agencia
Elon Musk, exlíder del DOGE, ha sido uno de los rostros más visibles de esta reestructuración. El empresario defendió la eliminación de USAID como una medida de eficiencia fiscal y afirmó que sus programas eran “innecesarios” o incluso “improductivos”. Musk se refirió en tono irónico a un supuesto programa de distribución de condones en Gaza como ejemplo del mal uso de fondos, aunque esta afirmación fue desmentida oficialmente.
El clima de tensión creció en marzo, cuando la secretaria interina de USAID, Erica Y Carr, ordenó destruir documentos sensibles mediante trituradoras industriales y bolsas para quemar. La medida, según fuentes internas, tenía como objetivo proteger información confidencial antes del cierre, pero ha sido cuestionada por organismos de control y ha encendido alarmas sobre la transparencia del proceso.
A menos de cuatro meses de que se concrete la eliminación definitiva de USAID en el terreno internacional, las voces críticas aumentan. Mientras la Casa Blanca defiende el rediseño como un paso hacia una política exterior más “directa”, las consecuencias humanitarias ya comienzan a sentirse en comunidades que dependían de la asistencia técnica y médica estadounidense. La incertidumbre sobre el futuro de los proyectos sociales y de salud en zonas críticas sigue creciendo.
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