El gobierno de Trump activó operativos de ICE en Martha’s Vineyard y amenaza con expandirlos a Nueva York, Los Ángeles y otras ciudades santuario.
La administración de Donald Trump ha dado un giro aún más agresivo a su política migratoria con operativos de detención en lugares impensados hasta hace poco, como Martha’s Vineyard y Nantucket. Las redadas, lideradas por agentes del ICE, han alcanzado a decenas de personas en comunidades de élite y se perfilan como el inicio de una ofensiva nacional sin precedentes.
Tom Homan, asesor presidencial en temas fronterizos, confirmó desde la Casa Blanca que se incrementarán los equipos de ICE dedicados exclusivamente a arrestos. La medida responde a una percepción interna de que el ritmo actual de deportaciones es “muy bajo” y que esto representa un problema político. El mensaje es claro: la presencia de ICE se extenderá incluso a espacios antes considerados fuera del radar migratorio.
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ICE ejecuta redadas en lugares simbólicamente seguros
En una acción que ha generado amplio rechazo, cerca de 40 inmigrantes fueron detenidos esta semana por agentes encapuchados en Martha’s Vineyard y Nantucket, dos zonas vinculadas a sectores acomodados y tradicionalmente percibidas como ajenas a las políticas migratorias más duras. Según fuentes del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés), también se están realizando detenciones dentro de cortes migratorias, lo que ha sido duramente criticado por organizaciones como ACLU y United We Dream por considerarlo una vulneración al debido proceso.
Ciudades santuario bajo amenaza directa de operativos
Trump y su gobierno han puesto la mira en las llamadas “ciudades santuario”, como Nueva York, Los Ángeles, Chicago y San Francisco. Según declaró Homan, estas urbes enfrentarán operativos intensivos: “Vamos a inundar esas áreas con agentes. Les daremos lo que no quieren: más control en sus vecindarios y centros laborales”. Esta estrategia busca confrontar directamente a los gobiernos locales que han optado por políticas de protección a inmigrantes indocumentados.
En paralelo a los operativos, más de 8 500 personas han decidido inscribirse en la aplicación CBP Home, una herramienta del gobierno para facilitar salidas voluntarias del país. Aunque la medida aparenta aliviar la carga del sistema migratorio, organizaciones de derechos humanos afirman que esta vía no es del todo voluntaria, sino una reacción al clima de persecución y miedo. Para muchos, la app se ha convertido en una puerta de escape obligada ante la inminencia de la detención forzada.
Una política pensada para generar impacto y miedo
Las nuevas decisiones del gobierno de Trump no solo buscan aumentar las cifras de deportación: pretenden generar un impacto psicológico. El lenguaje usado por funcionarios, como “inundar zonas” con agentes, ha sido interpretado como una táctica de intimidación. La política migratoria se convierte así en una herramienta para reafirmar una visión excluyente del país, donde el miedo se impone sobre el diálogo o la integración.
En este contexto, miles de familias quedan atrapadas entre la amenaza de un arresto inminente y la posibilidad de un regreso forzado a países que muchas veces ya no conocen. La narrativa del castigo se impone, y con ella, se agudiza la urgencia de visibilizar las historias humanas que quedan fuera del discurso oficial: trabajadores, madres, estudiantes, todos reducidos a cifras de una política que avanza sin freno.
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