
El skiplagging o “saltarse vuelos” es una técnica que te permite viajar más barato en avión. ¿Cómo funciona? Te explicamos: quieres viajar desde el punto A hasta el punto B y el precio del boleto es de 500 dólares. Sin embargo, encuentras un vuelo desde el punto A hasta el punto C con escala en B a 300 dólares. Eliges esa última opción. Te quedas en el primer destino, no tomas el vuelo final y así te ahorras 200 dólares.
Este es solo un ejemplo de la práctica común que tiene enfurecidas a las aerolíneas, a pesar de que son las responsables, pues son ellas las que establecen sus tarifas siguiendo determinados algoritmos.
LO BUENO Y LO MALO
El skiplagging posee ventajas y desventajas. El principal beneficio es, por supuesto, el poder aprovechar los complicados sistemas de tarificación de las aerolíneas para conseguir vuelos baratos.
Sin embargo, la alerta hacia las aerolíneas ha tenido como consecuencia que realicen prohibiciones explícitas en sus términos de uso. Por ejemplo, en caso de detectar que pierdes vuelos a propósito, pueden denegarte las millas de tu tarjeta de fidelización, dejar de venderte billetes o incluso exigirte el pago del pasaje original.
Además, existen una serie de desventajas en la práctica. No podrás facturar tu equipaje pues tus maletas irían hasta el final del trayecto y solo puedes aprovechar esta técnica si compras un pasaje únicamente de ida.
Esta práctica fue aprovechada por Aktarer Zaman, el creador de Skiplagged.com, una pequeña startup que ayuda a los viajeros a “hackear a las aerolíneas” para aprovechar sus complicados sistemas de tarificación de vuelos y encontrar ofertas especiales.
Las aerolíneas descubrieron el proyecto de Aktarer y pronto tomaron cartas en el asunto para poner un alto a esta práctica. Así, demandaron a uno de los pasajeros que reservó un billete a través de la startup, desde Oslo a Seattle pasando por Frankfurt.
El viajero no tomó el segundo vuelo, lo que fue considerado por la aerolínea Lufthansa como una violación a sus términos de uso. Por ello, exigió que el pasajero pagase una multa de 2 112 euros.
La aerolínea no logró su cometido, pues una corte judicial en Berlín desestimó la demanda el año pasado. Sin embargo, Lufthansa apeló y la batalla legal culminó en una petición de Aktarer Zaman de donaciones para poder pagar la ayuda legal. Necesitaba 10 000 dólares y las donaciones ascendieron a 81 000. Miles de viajeros lo respaldaron.