Mejorarás tu estado de ánimo y crearás recuerdos valiosos que alivianen las vicisitudes del día a día. Descubre por qué deberías conocer el mundo en compañía de tu familia.
A algunas personas les gusta viajar solas y conocer gente en el camino; otras, en cambio, prefieren explorar destinos junto a sus parejas y un tercer grupo aprovecha sus vacaciones para pasar unos días de relajo -o aventura- en compañía de sus mejores amigos.
Sin embargo, una opción que no todos contemplan es explorar el mundo en compañía de hijos, padres o hermanos, a pesar de que puede ser una gran oportunidad para crear espacios de comunicación, liberarse de la presión de las obligaciones diarias y crear memorias inolvidables que perduren en el tiempo. Estos son los beneficios de dejar de lado la rutina y explorar destinos junto a tu familia.
BIENESTAR COMPARTIDO
Silvia Ochoa, psicoterapeuta familiar, asegura que, si bien cada miembro de la familia puede tener expectativas diferentes con respecto al viaje; eso te da la oportunidad de crear un “sueño colectivo”. “Si es que todos intereses e ilusiones de sus miembros son considerados, planear un viaje juntos supone un ejercicio de empatía y de escucha para consensuar en las decisiones tomadas. Así, el sentido del viaje empieza antes de llegar al lugar de destino”, explica.
Cada familia es un mundo y el proceso será diferente para cada una. A veces, es mejor tomarse un pequeño descanso después de este tipo de viajes. “La convivencia de 24 horas en condiciones de cambios que no se controlan -y que producen estrés- (como un retraso en la salida o retorno) pueden poner a prueba la capacidad de sus integrantes para construir recursos emocionales al interior de la familia”, refiere Ochoa.
DEJA LA RUTINA ATRÁS
Sirve para unir más a la familia, debido a que se crean recuerdos positivos, que alivianan las vicisitudes del día a día, indica Antonella Galli, psicóloga de la Clínica Ricardo Palma. Al dejar la rutina de deberes atrás, se facilita el intercambio de roles y la redistribución de las tareas. Por eso, será importante darle a cada miembro de la familia una tarea en el planeamiento y transcurso de la travesía.
Además, se flexibiliza la rigidez de las actividades diarias. Por ejemplo, los niños que están acostumbrados a ciertos hábitos alimenticios y rutinas para dormir, son capaces de probar nuevas comidas y modificar ligeramente sus horarios. Así, aprenden la importancia de adaptarse a distintas características y condiciones de vida.
Un viaje también es una oportunidad para acercarse a otros y vivir experiencias interculturales, dice Ochoa. “Permite entender que lo diferente no es amenazante y que nuestra manera de ver y de hacer las cosas no es una ley que todos deben cumplir. Además, podrán aprender que hay muchas maneras de vivir en un mundo lleno de contrastes, riquezas y escenarios”, comenta.
CREA ESPACIOS DE COMUNICACIÓN
Al no existir la presión del trabajo, el colegio o la universidad y al pasar por experiencias nuevas que mejoren el estado de ánimo, es posible que se creen espacios de comunicación, en los que los integrantes de la familia se animen a hablar sobre temas que no suelen ser compartidos. Además, el viaje puede ser un instrumento que facilite la cohesión, ya que pueden organizarse tareas en las que todos participen.
UN VIAJE NO LO SOLUCIONA TODO
Si una familia está experimentando emociones negativas (cólera, tristeza) por injusticias entre sus miembros, no es ideal utilizar el viaje para distraerse de ese dolor y no enfrentar los problemas reales. Si un vínculo está dañado dentro del hogar, un viaje, por más mágico que sea, no solucionará el tema de fondo.
“Si hay problemas mayores como resentimientos que no se han sabido manejar, depresión o algún desorden psicológico en alguno de sus miembros, al regresar del viaje seguirán sucediendo los mismos contratiempos”, explica Antonella Galli.
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