Un agresor sexual repetitivamente busca reexperimentar escenas en las que confluyen sus miedos, angustias y sentimientos agresivos encubiertos, señala médico psiquiatra.
Un violador sexual más allá de ser un transgresor de la ley, es una persona con un perfil psicológico que se configura desde su infancia, y que no es fácil de reconocer por sus potenciales víctimas.
"Son personas que aparentemente no tienen una señal externa en la que podríamos darnos cuenta de que es un violador o un criminal, al contrario, disimulan y encubren muy bien estas emociones que las tienen ocultas y que aparecen de cuando en cuando en su mente", explicó el médico psiquiatra Humberto Castillo.
A continuación algunas respuestas, a la luz de que los abusos sexuales siguen siendo de los delitos más comunes y frecuentes en nuestra sociedad, como el reciente caso de un falso taxista que quiso abusar de su pasajera, pero que afortunadamente se frustró el ataque.
¿Qué pasa por la mente de un violador?
El violador repetitivamente busca reexperimentar escenas en las que confluyen sus miedos, angustias y sentimientos agresivos. Ponen en juego toda una conflictividad emocional que viene construida y formada desde la infancia, precisó el especialista en Psiquiatría en diálogo con Siempre en Casa de RPP Noticias.
¿Por qué se hace violador?
Un agresor sexual generalmente ha vivido situaciones de abandono, conflictividad familiar e incluso pudo haber sido utilizado como objeto sexual a corta edad.
"Son procesos muy complejos e incluso hay ciertas predisposiciones genéticas", anotó el doctor Castillo, director del Instituto Nacional de Salud Mental.
El violador que en un inicio puede haber sido una víctima, pasa al otro lado y se convierte en un agresor.
"Si la persona vive una situación de inseguridad, eso lo va a hacer más vulnerable a que imágenes pornográficas o de violencia en los juegos, vayan configurando un modo de reexpetimentar esas escenas y revivir de dolor y la agresividad", comentó.
Recomendación
El médico psiquiatra Humberto Castillo sugirió que los padres de familia deben saber reconocer a tiempo las emociones de sus hijos, es decir, sus angustias, cóleras, miedos; acogerlos y ayudarlos. "No deben dejar que estas cosas se vayan acumulando o encubriendo, para luego buscar escenas trágicas para expresarse", sostuvo.
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