La idea contempla tratar a las células no cancerosas, que rodean los tumores malignos, como se trata este tumor canceroso en sí para que este tejido no sea infectado por el cáncer.
La cura del cáncer puede estar a su alrededor. Un equipo de científicos ha encontrado que las células no cancerosas, que están en los tejidos blandos que rodean el cáncer de garganta y cuello uterino, regulan la dispersión de las células cancerosas.
La investigación, dirigida por el profesor Dennis McCance, que acaba de ser publicada en el European Journal Molecular Biology Organization, tiene como idea fundamental tratar las células no cancerosas, que rodean los tumores malignos, de una manera similar como se realiza un tratamiento para el cáncer en sí. Lo que se pretende lograr es que aquel tejido sano no sea infectado por el cáncer.
"El cáncer se propaga como el resultado de una comunicación recíproca entre las células cancerosas en un tumor y las células no cancerosas en el tejido que lo rodea", dijo McCance.
Las células cancerosas están programadas para invadir los tejidos vecinos sanos. Sin embargo, las células en el tejido no canceroso también están programados para enviar mensajes a las células cancerosas, alentando la propagación. Según afirma McCance, si estos mensajes, enviados desde el tejido sano del tumor, pueden ser desconectados, la propagación del cáncer se evitaría.
"Lo que hemos descubierto es que una proteína en particular en el tejido no canceroso tiene la capacidad de abrir o cerrar la vía de comunicación entre el tejido sano y el tumor. Cuando la proteína retinoblastoma (Rb) en el tejido no canceroso se activa, este conduce a una disminución de los factores que estimulan la invasión de las células cancerosas. Y así el cáncer no se propagaría", manifestó McCance.
Esta investigación se ha centrado en el cáncer de la garganta y el cuello uterino. Sin embargo, es posible que Rb y otras proteínas en el tejido sano que rodea a otros tipos de cáncer puedan jugar un papel similar en la regulación de la proliferación de las células tumorales.
De este modo, este descubrimiento abre la puerta para que se pueda desarrollar nuevos tratamientos que se dirigen al tejido normal que rodea el tumor, en lugar de tratar el tumor maligno en sí.
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