Al analizar la bioquímica de la grasa que el 84 por ciento de los átomos de grasa son exhalados como CO2 y el restante 16 por ciento se pierde en forma líquida, reporta la cadena local ABC.
La mayor parte de la grasa que una persona pierde al adelgazar se expira a través de los pulmones como dióxido de carbono, según un estudio realizado por científicos australianos publicado hoy.
El jefe de la investigación, el físico Ruben Meerman, descubrió al analizar la bioquímica de la grasa que el 84 por ciento de los átomos de grasa son exhalados como CO2 y el restante 16 por ciento se pierde en forma líquida, reporta la cadena local ABC.
Si bien la fórmula de la grasa, que se conoce desde la década de 1960, es una mezcla de carbono, hidrógeno y oxígeno, nadie había cuantificado exactamente qué pasa con todos los átomos de grasa que se queman con los ejercicios.
Se sabía que el carbono se convierte en dióxido de carbono y que los otros elementos, como el hidrógeno se convertirán en agua, "aunque no se sabía que pasaba con los átomos de oxígeno que son parte de la molécula de grasa", señaló el físico australiano.
Tras cuatro meses de investigaciones, Meerman, quien también es presentador del programa Catalyst de la ABC, y su compañero Andrew Brown, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, descubrieron un artículo científico publicado en 1949 que solucionó este enigma.
Este mostraba que los átomos de oxígeno eran compartidos entre el dióxido de carbono y el agua en una proporción de 2 a 1, lo que supone que por cuatro átomos de oxígeno que son exhalados, dos son excretados en los fluidos corporales como el sudor, las lágrimas y la orina.
Este dato les dio a Meerman y Brown la cifra final de 84 por ciento de átomos de grasa exhalados como dióxido de carbono y el restante 16 por ciento como agua.
El análisis también mostró que por cada 10 kilogramos de grasa perdida u oxidada, el cuerpo necesita 29 kilogramos de oxígeno adicionales, agregó la fuente.
El estudio también muestra que se pierde una mínima cantidad de peso como CO2 exhalado en un día sedentario típico.
EFE
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