Según experta, quellas personas que padecen de SIDA, el impacto le genera distintas reacciones y muchos de ellos se les ha pasado por la cabeza el suicidio.
Las intervenciones psicológicas en pacientes sero-positivos han demostrado ser eficaces en la mejora del bienestar psicológico, así como los efectos beneficiosos colaterales en la regulación nerviosa y en el estado inmunológico de estos pacientes, manifestó la psicóloga del Hospital SISOL de Surquillo, Liliana Díaz Díaz.
Precisó que aquellas personas que padecen de SIDA, el impacto le genera distintas reacciones y muchos de ellos se les ha pasado por la cabeza el suicidio.
“No hay estadísticas que certifiquen esto pero por la experiencia y lo que manifiestan, en alguno momento lo pensaron. Esto unido a indicadores de depresión, si están recibiendo un tratamiento o abordaje emocional, implican muchos aspectos”, indicó.
Estas terapias en relación al VIH tienen diversos enfoques, tiempos y espacios. Las hay de inicio, de emergencia, de seguimiento; de educación e información; de evaluación y de rehabilitación; con enfoque psicoanalítico.
“Se ha evidenciado la eficacia de intervenciones cognitivo-conductuales sobre los efectos de la notificación del diagnóstico y sobre el manejo de la enfermedad en las distintas fases, así como de técnicas de relajación, o de otras modalidades de tratamiento como la escritura emocional expresiva”, precisó.
“Las reacciones emocionales más comunes de impacto que enfrenta un paciente al notificarle VIH puede ser de: Choque; derrumbamiento de su imagen, al afrontar una enfermedad que se ha estigmatizado, por el rechazo, deterioro físico y la muerte, negación; como mecanismo de defensa a una realidad caótica, enojo, el diagnóstico le genera furia, consigo mismo por ponerse en riesgo y con la persona que cree que le infectó, depresión; retraimiento y pérdida de la atención y concentración”, sostuvo.
La depresión crece en cuanto aumentan las pérdidas de la autonomía, independencia y control sobre su cuerpo y ansiedad; muchos experimentan nervios inestables y un estado general de inquietud y pavor, a veces acompañado por pesadillas, recuerdos traumáticos o ataques de pánico.
"El paciente necesita todo el apoyo y comprensión y quien mejor que la familia para poder brindar ese soporte, porque ya tiene mucho con enfrentar esta enfermedad. El apoyo psicológico incluye a los familiares, sus temores e ideas acerca de esto y el miedo a la muerte de un ser querido, reconocer en uno de sus miembros de la familia un contacto sexual que desconocía y la posibilidad del estigma social", recomendó.
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