La ley indígena que se aplica en la aldea de Panseños, en el norte de Colombia, no perdona a los adúlteros. Su castigo es pasar largas horas en el ´cepo´, que retiene por los pies a los infieles.
En la pequeña aldea indígena de Panseños, en el norte de Colombia, la infidelidad se paga. Una pareja tuvo que cumplir 72 horas de cepo, luego que el esposo de la mujer denunciara su fuga con un joven 16 años menor que ella.
El cepo no es más que un instrumento hecho de dos maderos gruesos, que unidos forman en el medio unos agujeros redondos, en los cuales se aseguraba la garganta o la pierna del reo, juntando los maderos.
Un caso ejemplar fue el de Alfreda Basilia Blanco, de 34 años, que provocó la ira de su esposo, Óscar Pineda, quien al verse abandonado con sus seis hijos sentó la denuncia ante la comisaría.
En cumplimiento en la ley indígena, la infiel tuvo que cumplir 72 horas de cepo y el pago de una cuota de 100 mil pesos colombianos (60 dólares) mensuales para mantener a los seis menores.
Además de la adultera, el muchacho de 18 años también terminó en el cepo por haber conquistado a una mujer casada.
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