¿Sabía que hay relación entre salud neurológica y fe? Conozca interesantes datos que arrojan diversas investigaciones sobre la influencia positiva de la práctica religiosa en aquellos que verdaderamente creen.
Si bien no se recurre a la fe para ser feliz, sus beneficios pueden llegar a ser una consecuencia natural. Pero es necesario recalcar que estos beneficios no son una causa para creer. Sin embargo, no dejan de ser un valor añadido de gran significancia. ¿Sabe por qué?
Un artículo publicado en el portal Religionenlibertad.com recoge diversos datos a partir de la reciente publicación «Cómo cambia Dios tu cerebro» de Andrew Newberg y Mark Robert Waldman sobre la relación entre salud neurológica y fe, en la que concluyen que hay una influencia positiva de la fe en aquellos que creen de verdad.
Asimismo, la revista Psychological Sciense publicó un interesante estudio que arrojaba entre otras cosas que creer en Dios puede bloquear la ansiedad y minimizar el estrés. Esta investigación fue realizada en el 2009 por el profesor de psicología Micahel Inzlicht de la Universidad de Toronto.
Otro estudio realizado por Bradford Wilcox, docente de sociología en la universidad de Virginia, revela el importante papel que desempeña la religión en los varones. “Los hombres que acuden regularmente a servicios litúrgicos cristianos tienen matrimonios más fuertes, estables y sus esposas son más felices”, señala dicha investigación.
Además, el mencionado estudio señala que “un elevado porcentaje de las parejas casadas que asisten a misa tienen un 35% menos de probabilidad de divorcio”. En cuanto a los hijos, Wilcox evidenció que el 65% de los padres que asisten a servicios cristianos tienden a ser más afectuosos con estos.
Otro estudio es el de Pat Fargan para la Fundación Heritage que resalta el papel que tiene la religión en la educación de los hijos. “Los jóvenes religiosos son hasta tres veces menos propensos a tener hijos fuera del matrimonio y a no abusar del alcohol”, explica , así como que “tienen menos riesgos de caer en depresión o suicidio”.
En la misma línea, la revista Peditrics publicó en enero del 2009 un estudio de Janice Rosembaum que señala que los jóvenes religiosos aplazan su edad de inicio sexual, algo sumamente bueno pare evitar embarazos no deseados, enfermedades sexuales e infidelidad en el matrimonio.
Otro estudio que avala la citada investigación es el análisis del Journal of Drug Issues, realizado en octubre del 2008, el cual señala que la religiosidad de los jóvenes influye en la resistencia a la influencia de amigos que suelen emborracharse o drogarse.
Finalmente, se cita el análisis de John Bartkowski, de la Universidad de Mississippi, que señala que “si el padre y madre van a la iglesia y viven su fe, los hijos estudian con mayor disposición y tienen más habilidades sociales”, así como obtenían las mejores puntuaciones en autocontrol, comportamiento y cooperación con sus iguales.
Las razones detrás de estos comportamientos que señala el estudio de Bartkowski son tres, explica el portal. La primera: las redes religiosas apoyan a los padres, mejoran sus habilidades como padres y los niños ven que los mensajes de los padres son reforzados por otros adultos.
Segundo: las comunidades religiosas tienden a promover valores de sacrificio y familia que podrían ser muy importantes al definir cómo los padres se relacionan con los hijos y cómo los niños se desarrollan como respuesta. Por último, las comunidades religiosas aportan al ser padre una “significación sacra o sagrada”.
De otro lado, Bartowski comentó que “si los padres discuten en casa por razones religiosas perjudica a los hijos, quienes no se benefician de los resultados estadísticos positivos de otros niños” y explicó que para los padres “el culto en una congregación es una opción menos viable si piensan que sus hijos se comportan pobremente”.
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