Un pescado recién sacado del mar no garantiza que esté fresco, podría estar en proceso de deterioro aunque frente a tus ojos se vea apetitoso.
Si el pescado será de los alimentos que más consumas durante el verano, tienes que saber reconocer cuándo se encuentra en buenas condiciones, sea en su estado fresco o servido en el plato.
Y es que debes de cuidarte de contraer una infección estomacal o una intoxicación alimentaria. Aunque ambas afecciones presentan síntomas similares como las náuseas, vómitos, fiebre, dolor de estómago, escalofríos o diarrea, no son lo mismo.
Una infección es causada por los microorganismos, bacterias, virus o parásitos que forman parte de la carga natural del pescado, mientras que una intoxicación está provocada por la ingesta de toxinas presentes de forma natural en el alimento o añadidas de forma artificial, por exposición a contaminantes químicos o metales pesados.
Sara Abu Sabbah, nutricionista y conductora de Siempre en Casa de RPP Noticias, precisó que un pescado fresco para que se encuentre adecuado para el consumo humano, debe estar sometido a una correcta cadena de frío y también debe haber una adecuada manipulación. Atento con las siguientes recomendaciones de la experta:
Al momento de la compra
- Un pescado recién sacado del mar no garantiza que esté fresco, porque puede estar expuesto y sin cadena de frío. "Es muy probable que esté contaminado por una carga de microbios y que haya empezado un proceso de deterioro", advierte la doctora Abu Sabbah.
- Si vas a comprar el pescado al mercado, ve lo más temprano que puedas y elige el lugar que expenda el producto conservado con bloques de hielo o con hielo en forma de granizado.
- Verifica que el vendedor tenga las manos limpias o emplee guantes de protección. Solo él debería poder palpar o manipular el pez, porque si lo hacen los clientes, eso pone al pescado más vulnerable a la contaminación.
Servido en el plato
La doctora Abu Sabbah nos recuerda que ya en el plato, es más difícil reconocer un pescado en buenas condiciones, porque incluso cuando está con toxinas o contaminado por bacterias, no se percibe un cambio en el sabor o en el olor del alimento, y pueda que caiga mal a uno pero no otros.
Sin embargo, algunas características pueden alertarnos. "Cuando se desmorona con mucha facilidad y al morder es harinoso, es una manera de darse cuenta de que el pescado ha estado preparado desde hace bastante tiempo, y puede haber empezado un proceso de degradación", precisa la nutricionista.
¡Refrigéralo!
"El tiempo que has tardado incluso para refrigerar, va a ir contando para la descomposición del pescado", advierte Abu Sabbah.
La especialista aclara que la refrigeración del pescado debe ser inmediata, luego de la compra. Además, este alimento no debe ser guardado de un día para otro, de lo contrario, debes congelarlo.
"El pescado congelado también es adecuado, no tiene una pérdida de nutrientes significativa y más bien va a asegurar que algunos microorganismos, sobretodo parásitos, queden inhibidos cuando se congela entre los -18 a -24 grados", dice.
También ten en cuenta que los pescados pequeños grasos duran menos tiempo.
Así es un pescado fresco
- Tiene los ojos vidriosos, saltones.
- La carne es elástica y firme al tacto.
- Las agallas son rojizas y húmedas.
- Las escamas están firmes y adheridas a la piel del pescado.
- El olor a mar característico.
- Una vez preparado, el pescado no debe tener un sabor agrio o ácido.
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