A lo largo de la vida, aproximadamente a los 20 años, puede ir disminuyendo la enzima lactasa, que permite digerir el azúcar de la leche.
La leche es un alimento rico en proteínas, vitaminas y minerales como el calcio, básico para la salud de huesos y dientes. Sin embargo, en el Perú el consumo por persona alcanza los 80 litros al año, por debajo de los 130 litros anuales que recomienda la FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
¿A qué se debe este bajo consumo de leche en comparación a otros países de la región? “El poblador peruano promedio tiene intolerancia a la lactosa y esto dificulta una adecuada digestión y causa mucho disconfort”, explica la licenciada Evelyn Paan, del Colegio de Nutricionistas del Perú.
El cuerpo humano necesita de la enzima llamada lactasa para poder digerir la lactosa, que viene a ser un tipo de azúcar de la leche y otros productos lácteos. Quien presenta esta condición experimenta síntomas como: cólicos abdominales, diarrea, gases y náuseas.
María Grazia Venturelli, gastroenteróloga del Policlínico Risso, recuerda que según cifras oficiales, alrededor de un 70 % de peruanos tiene intolerancia a la lactosa, una condición que puede no venir con el nacimiento. “En el más del 90 % de casos este es un desorden adquirido, es decir, las personas nacemos con esta enzima que digiere a la lactosa, pero durante el periodo de vida, aproximadamente a los 20 años, la enzima va disminuyendo y empieza la sintomatología”.
La especialista señala que quienes tienen esta condición pueden recurrir a algunas alternativas. “Hay muchísimos productos que no vienen con lactosa, que no van a causar los síntomas. Existen también unas cápsulas que se pueden consumir antes de los alimentos, para no tener las molestias”.
Asimismo, la licenciada en nutrición Evelyn Paan precisa que excluyendo a la leche, el yogur y el queso son dos lácteos que serían mejor asimilados por pacientes intolerantes a la lactosa. “Producto del proceso de fermentación se degrada la lactosa en dos monosacáridos más simples para digerir por el ser humano. Otra opción es la leche deslactosada que abunda en el mercado”.
Parte de una alimentación saludable
En torno a la leche se resaltan los nutrientes que contiene. “Un vaso de leche proporciona a un niño de 5 años el 21 % de las necesidades diarias de proteínas, el 8 % de las calorías, además de micronutrientes clave”, según la FAO.
Además, aporta calcio, magnesio, selenio, riboflavina, vitamina B12 y vitamina B5. Pero no hay que endiosarla y olvidar las otras opciones de lácteos.
“Las recomendaciones están en alrededor de 2 a 3 porciones de lácteos al día, es decir, si la persona no desea tomar leche y prefiere queso o yogur no hay ningún problema. En el caso de las mujeres que dan de lactar, la recomendación es que se incremente el consumo de lácteos a 4 porciones al día”, aclara Evelyn Paan, del Colegio de Nutricionistas del Perú.
La experta recuerda que debemos apuntar a una alimentación variada y balanceada, incluso hay algunas alternativas que pueden reemplazar a la leche de vaca. “Otras fuentes de calcio, por ejemplo, las anchovetas o las sardinas cuando las consumimos con las espinas, en las opciones vegetales tenemos ajonjolí o brócoli. Las proteínas las podemos encontrar en otras fuentes de origen animal como huevos, carnes y pescado”.
Tampoco hay que dejarse llevar por algunos mitos acerca del consumo de la leche o los lácteos en general. “No llega a ser concluyente que la leche cause caries, osteoporosis o exceso de peso”, aclara Paan.
Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda incluir la leche proveniente del ganado vacuno a partir de los 2 años de edad. La lactancia materna debe ser exclusiva hasta los 6 meses de vida.
“La leche de vaca no contiene suficiente hierro ni ácido fólico (es decir, una de las vitaminas B clave para el desarrollo del ADN) para cumplir con los requisitos necesarios, y las leches de origen animal no están recomendadas para lactantes menores de 12 meses”, dice la OMS.
Finalmente, la leche es un alimento que también ayuda a rehidratar y reponer energías, tenga en cuenta que si quiere consumirla en su estado más natural, recién salida de la vaca, lo mejor es hervirla. “El consumo de leche fresca de vaca, sin hervir, está asociado con la pérdida de sangre fecal y niveles inferiores de hierro en lactantes”, según la OMS.
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