Corren más riesgo de sufrir un infarto cerebral quienes padecen de hipertensión, diabetes, fuman o consumen alcohol.
Un infarto cerebral puede ocurrir de manera inesperada y corren más riesgo de sufrirlo quienes padecen de hipertensión, diabetes, aquellos que no realizan actividad física o consumen excesivo tabaco o alcohol.
A escala mundial, las enfermedades cerebrovasculares como el infarto cerebral son la primera causa de discapacidad. En el Perú, más del 50 % de los pacientes que sufrieron esta enfermedad quedó con discapacidad.
Signos de alerta. Debilidad en la mitad del cuerpo, irse de lado o tropezarse, tener la cara asimétrica (alteración en uno de los lados), dificultad para hablar, hacerlo como si estuviera ebrio, son los síntomas que presenta la persona en el momento que está sufriendo el comúnmente llamado derrame cerebral.
Es una emergencia. La atención médica dentro de las cuatro horas y media de ocurrido el hecho, puede evitar que el paciente quede con un tipo de discapacidad, explicó la doctora Rosa Ecos, neuróloga del Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas (INCN).
Tratamiento. El paciente debe recibir un tratamiento trombolítico, que consiste en un procedimiento específico, endovenoso, que destruye el coágulo o placa de grasa que cierra la arteria e impide la circulación de la sangre en el tejido cerebral directamente comprometido.
“Este método de atención permite que la sangre fluya por la arteria otra vez, y con ello disminuya el impacto de la enfermedad cerebrovascular. La persona queda bien, sin riesgo de discapacidad”, dijo la especialista a la Agencia Andina.
¿Por qué ocurre? La obstrucción por coágulo ocurre porque el corazón no funciona bien, no bombea la sangre adecuadamente y quedan coágulos que luego viajan al cerebro y tapan las arterias.
En cambio, el taponamiento por placas de grasa es causado por el colesterol alto, presión alta o diabetes que sufre el paciente. “Es como una tubería con sarro, que no se limpia”, señaló.
Factor edad. También es un factor de riesgo, pues a partir de los 60 años la posibilidad es mayor. “A más edad el peligro aumenta y si se asocia con los otros factores, es mayor aún”, indicó la neuróloga.
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