Con el avance de los programas de vacunación contra la COVID-19, en algunos países como Israel se ha tomado la decisión de entregar a quienes están completamente vacunados pases que les da acceso a restaurantes, cines, bares, gimnasios, entre otros. ¿Qué implicancias tiene esta medida en la salud pública?
Israel es el país con la tasa de vacunación contra la COVID-19 más alta del mundo: más de la mitad de su población ya recibió las dos dosis y está completamente inmunizada contra el nuevo coronavirus. Con ese avance en el programa de vacunación, en el país se inició la entrega del Green Pass (pase verde), un certificado digital (que también puede imprimirse) que puede ser escaneado y que le da acceso a los que recibieron ambas dosis a actividades en lugares cerrados y con casi el 75% de aforo, como comer en restaurantes o ir al gimnasio, pero usando aún las mascarillas.
De acuerdo con Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, el pase verde permite la reapertura de su economía casi por completo. Sin embargo, aún no se han vacunado más de un millón de personas mayores de 16 años en el país. Según los funcionarios, el pase verde funciona como una especie de ‘incentivo’ para ayudar a convencer a más personas a que se vacunen. Sin embargo, así como algunos países ven con éxito el uso de estos pasaportes sanitarios, el debate ético y legal de su implementación está vigente.
¿Es posible aplicar este pase verde en el Perú?
El médico epidemiólogo Manuel Loayza, docente de posgrado de la Universidad Norbert Wiener, comenta que “en este contexto, la aplicación en línea o web son actualmente disponibles”.
“Se podría colocar la información de vacunación en una nube informática vinculada al Documento Nacional de Identidad y que a través de la generación de un código QR permite su verificación en un teléfono smartphone. Esto sería de utilidad para identificar de forma nominal el avance de la vacunación e ir cerrando las brechas para llegar a las coberturas de rebaño y así ir cortando el agente de transmisión”, sostiene.
El especialista agrega que usualmente, la generación de estos pases son formas de condicionamiento positivo “que van a permitir que personas que no se han colocado las vacunas por algunas dudas o temores puedan hacerlo e ir cerrando las brechas de cobertura por grupos de edad”.
“Las Tecnología de Información y Comunicación en salud son una herramienta importante para hacer seguimiento y monitoreo de coberturas de programas de salud como crecimiento y desarrollo, inmunizaciones, entre otras. Sin embargo, antes de su implementación se deben tener claro responder algunas preguntas como cuál es el porcentaje de utilización del smartphone en el país, cuál es la accesibilidad a internet, cuál es el acceso a TICs. Esto permitirá definir acciones de TICs en salud antes de su implementación”, añade.
El infectólogo Marcos Saavedra resalta que el uso de un pase verde es posible, “pero al momento inviable”. Las razones: el número de vacunados contra la COVID-19 que tenemos actualmente, “además por las características de nuestra sociedad: informalidad, y dificultad de acceso geográfico”.
En febrero de 2021, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un comunicado en la que mostraba su posición provisional en contra de una prueba de vacunación contra la COVID-19 para viajes internacionales como condición para ingresar o salir de países, citando consideraciones éticas, científicas, jurídicas y tecnológicas.
“Teniendo en cuenta que la disponibilidad de vacunas es limitada, la vacunación preferente de los viajeros podría dar lugar a un suministro inadecuado de vacunas para las poblaciones prioritarias consideradas de alto riesgo de contraer la enfermedad grave del COVID-19”, decía el comunicado. ¿Es ético su uso? El debate está abierto.
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