Todos los jueves son las terapias con los delfines, duran 40 minutos y son gratuitas.
El estanque del Acuario Nacional de Cuba recibe a niños con distintas discapacidades como autismo o síndrome de down y les ofrece una sesión de "delfinoterapia" de 40 minutos con dos delfines entrenados.
El mágico canto de Xinana y Coral -dos hembras de más de dos metros- recibe a los niños, quienes tocan, besan, lanzan pelotas y dan de comer a los delfines, bajo la batuta de los entrenadores.
Los mamíferos marinos responden moviendo sus hocicos en señal de aprobación y sus aletas pectorales como si aplaudieran, o haciendo piruetas en el agua, lo que provoca las carcajadas de los niños.
La terapia es todos los jueves desde hace cuatro años y las rutinas son parte de las “Terapias educativas ambientales asociadas con mamíferos marinos”, iniciadas en 1997, explica la vicedirectora del Acuario, María de los Ángeles Serrano.
Serrano destaca que en total “400 niños con necesidades educativas especiales” han participado en estas terapias, que son un “complemento” de la enseñanza que reciben en sus escuelas especiales y les ayudan a mejorar su calidad de vida.
“Trabajamos la socialización, que los niños disfruten, que sean felices”, y también “con ejercicios psicomotores, que los ayudan a ganar mucho en fortaleza muscular”, agrega Serrano.
Sin embargo, advierte a los familiares que “esto no es un milagro (…) ni el Acuario es un centro de restauración neurológica”.
“Esas terapias no sólo son con delfines, sino que incluyen a tortugas, peces, lobos marinos, el agua, las piedras, la arena, el aire, el sol. Todo el entorno favorece hacer distintas actividades con los niños y su mejoría”, apunta Amelia Vera, del equipo de Educación Ambiental del Acuario.
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