En medio de las nuevas tendencias de crianza, especialistas comentan los problemas a los que se enfrenta un niño con exigencia desmedida de sus padres que solo trae sentimientos de culpabilidad y frustración.
Salud
El síndrome burn-out se relaciona con estrés intenso que se produce generalmente en relaciones interpersonales estrictas y de mucha presión.
Cada padre de familia es diferente, pero se asemejan en que tienen el mismo objetivo: formar a sus hijos como personas de bien. Hay padres que terminan por obsesionarse con esta idea, cayendo en el síndrome del burn-out o de desgaste. Es decir, estos progenitores buscan que su hijo sea exitoso en todos los ámbitos de su vida, un exceso que se convierte en un estrés para los niños.
“El síndrome burn-out tiene que ver con ese shock, ese estrés intenso que se produce generalmente en relaciones interpersonales fuertes. Sobretodo se da en padres narcisistas, aquellos que de alguna manera buscan realizarse a través de sus hijos. Si no pudieron ser los mejores, buscan que sus hijos sean los mejores”, explica José Baldeón, psicoterapeuta especialista en familia.
La característica resaltante de un niño es su inmadurez, la misma que los hace crecer conforme pasa el tiempo. Sobreexigirlo solo le producirá exasperación, pues una persona con conocimientos mínimos no entiende todas las razones que un adulto sí. Esta misma falta de experiencia los lleva a una obediencia encajonada, en la que no tienen otra opción más que aceptar las decisiones de sus padres, a pesar que no les brinde bienestar.
Algunos niños no aceptan las exigencias de sus padres. En este caso, el síndrome de burn-out se da por la frustración de los padres, cuando sienten que su hijo no responde a las exigencias de tiempo y proporción. “Además, un hijo que es criado con el vínculo de la sobreexigencia va a desarrollar depresión porque se va a sentir culpable de no colmar con las expectativas del padre”, explica Baldeón.
Los niños que sí aceptan las exigencias de los padres y empiezan a tener logros desarrolan patologías como la depresión. Un caso mencionado por el especialista es el de Michael Jackson, el artista que era presionado desde niño por su padre. Si bien sumaba logros, había llegado a una neurosis que le quitaba el sueño y lo obligaba a utilizar medicamentos para dormir.
“Los padres los inscriben a sus hijos en una serie de actividades después del colegio como talleres de danza, pintura, etc. Muchos piensan que es para estimularlos, pero tiene que haber un equilibrio con las actividades sociales como interactuar con otros niños libremente en el parque, por ejemplo”, advierte el psicólogo clínico, Gary Rivera.
Según el especialista, la prioridad es la educación. Aparte de las horas de clase, las actividades curriculares son una buena opción: hay niños que disfrutan del deporte y otros de arte. No existe un tiempo límite para realizar estas actividades, pero es importante reconocer el agotamiento o sobrecarga en los hijos: una señal es cuando el niño se estresa más de lo que disfruta.
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