La oxitocina, conocida como la "hormona del amor", tiene más repercusiones en nuestras interacciones sociales de lo que se creía.
Según un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford (EE.UU.) la “hormona del amor” juega un papel relevante en la formación y mantenimiento de los lazos que se crean entre una madre y un hijo, así como en los apegos sexuales.
Lo que hasta ahora no estaba claro era qué rol tenía en otros aspectos de la socialización.
En un estudio publicado en la revista Nature, los expertos sugieren que el papel de la oxitocina en las relaciones personales pudo haber evolucionado hacia áreas relacionadas con la afinidad grupal.
Los resultados de la investigación abren las puertas a posibles nuevos tratamientos para el autismo y otros trastornos neuropsiquiátricos como la esquizofrenia.
La oxitocina es el centro de un intenso estudio por su aparente papel en el establecimiento de las relaciones personales; de hecho, ya se ha administrado a niños con trastornos del espectro autista en ensayos clínicos con resultados dispares, reseña abc.es.
Así, otro trabajo también publicado en Nature hace un mes mostraba que la oxitocina podría jugar un papel relevante en la aparición del autismo al ser la encargada de reducir el ruido de fondo cuando se tiene una conversación con otra persona, por lo que “aumenta la intensidad de las señales deseadas”.
En este sentido, el estudio, explicaba que esta hormona “tiene un efecto notable sobre el paso de la información a través del cerebro”, y que en las personas con autismo, se da la circunstancia contraria, ya que "se distraen fácilmente por las características extrañas de su entorno".
Lo que este nuevo estudio explica es la forma única en la que la oxitocina altera la actividad en una parte del cerebro que es crucial para experimentar las sensaciones agradables que los neurocientíficos llaman “recompensa”.
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