Investigadores británicos estudiaron ácaros muertos en un lago de Cusco. La presencia de estos microorganismos determina qué tanto desarrollo comercial tuvo la cultura milenaria en la historia.
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Los incas se caracterizaron por una gran red de caminos que se expandió a lo largo del imperio del Tahuantinsuyo. En este sistema de comunicación trasladaban, con el apoyo de las llamas de carga, toneladas de alimentos para redistribuirlos por todo su territorio.
En algunos puntos de esta ruta, a las orillas de los lagos, los comerciantes incas descansaban junto a sus llamas para que estas puedan beber agua. En esos lugares, los auquénidos defecaban y estos restos orgánicos alimentaban a millones de ácaros que poco a poco iban muriendo y depositándose, capa tras capa, en los lagos.
A partir de este proceso histórico y biológico, investigadores británicos analizaron las diferentes capas de ácaros muertos localizados en el lago cusqueño de Marcacocha, ubicado a 1.300 m s. n. m., dijo el Consejero Médico de RPP Noticias, Elmer Huerta en el programa La Rotativa del Aire.
En la Revista de Ciencias Arqueológicas, explica Huerta, se publicó un artículo científico basado en este análisis. De esta forma se logró establecer fechas claves en la historia de los incas.
Entre los principales hallazgos de la investigación se encontró que entre 1438 y 1553 la cantidad de ácaros aumentó considerablemente, pero luego de la llegada de los españoles casi desapareció. Después este tipo de sedimentos aumentó nuevamente por los excrementos aglomerados de los cerdos y vacas europeos, pero se redujo nuevamente en 1720, año en que apareció una epidemia de viruela en la zona.
Elmer Huerta afirmó que este nuevo estudio de los ácaros en los sedimentos de un lago andino resultó ser un método útil para analizar acontecimientos históricos de los incas.
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