Limeños y chalacos colocan al transporte público como el segundo principal problema que afecta la calidad de vida, revela estudio del observatorio Lima Cómo Vamos.
El transporte público es el segundo principal problema que afecta la calidad de vida de los limeños (52.9 %) y chalacos (41.8 %), según revela el más reciente estudio del observatorio Lima cómo Vamos. La salud sufre las consecuencias de la congestión vehicular, que es producto de un desordenado parque automotor, una escasa señalización, falta de infraestructura y educación vial.
La 'ira del tráfico' es una de las consecuencias que provoca el vivir en una ciudad como Lima. El enojo eleva el ritmo cardíaco y la presión arterial, también se alteran los niveles de las hormonas de energía (adrenalina y noradrenalina).
Sin embargo, la necesidad de movilizarnos de nuestras casas a nuestros centros de trabajo o estudios, todavía pone en primer lugar al transporte colectivo. En Lima los buses son el principal modo de viaje, mientras que en el Callao lo son las combis.
Son menos populares las alternativas saludables o modos activos, tales como la bicicleta o la caminata.
El riesgo al sedentarismo es mayor si tomamos en cuenta que -de acuerdo a Lima Cómo Vamos- un 21 % de limeños demora una a dos horas por trayecto. En tanto que un 23.2 % de los chalacos indica que pasa ese mismo tiempo de viaje.
Investigadores de la Escuela Universitaria de Medicina en Saint Louis y de Cooper Institute en Dallas advierten sobre el riesgo de la inactividad física asociada al tráfico, y la posibilidad de adquirir el síndrome metabólico o males cardiovasculares.
"Aquella persona que tenga que viajar 10 a 15 kilómetros desde su casa, va a sufrir el aumento del azúcar en sangre, colesterol elevado, aumento de la presión arterial, y debido a que va a estar atrapada en el tráfico, va a tener más riesgo de sedentarismo. La suma de todo condiciona a sufrir de síndrome metabólico, que nos hace cinco veces más propensos a tener enfermedades cardiovasculares y tres veces más propensos a tener diabetes", explica Elmer Huerta, asesor médico de RPP Noticias.
Además, dice el especialista en salud pública, está documentado que la persona agobiada por la congestión vehicular sufre alteraciones del sueño, está irritable, malhumorada, e incluso tiene insomnio (problemas para dormir).
En el caso de los conductores, ellos serían los más afectados con posibles dolores crónicos de espalda y cintura.
Los agentes de la contaminación por vehículos también condicionan la mortalidad por males al corazón. Un 73.54 % de limeños lo reporta como un problema ambiental grave y un 70.75 % de chalacos hace lo mismo.
De acuerdo al Ministerio de Salud (Minsa), las partículas contaminantes que se arrojan al aire ocasionan enfermedades cardiovasculares y respiratorias. A largo plazo puede ser cancerígeno.
El ruido molesto del claxon de los vehículos es contaminación sonora, y una sobreexposición a altos niveles de ruido puede causar sordera parcial o total. Un 32.66 % de limeños y un 34.50 % de chalacos lo reporta como otro problema ambiental grave.
De otro lado, los accidentes de tránsito son considerados en los indicadores de victimización. El 2015 se registraron 2965 muertes al año por esta causa, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI); y la Policía Nacional del Perú (PNP) señala como principales desencadenantes: el exceso de velocidad, la imprudencia del conductor y la ingesta de alcohol.
El acoso sexual callejero en el transporte, es decir, las frases, gestos o tocamientos no consentidos causan estrés, ira, humillación y sentimiento de culpa, también victimiza.
¿Qué nos queda?
Viajar en bicicleta puede ser una alternativa saludable, pero las condiciones para un traslado seguro todavía son insuficientes al menos en la ciudad de Lima, se necesita la intervención de las autoridades locales y mejores hábitos de la población.
Algunos expertos sugieren que si no está en nuestras manos cambiar la realidad del transporte, mejor sería hacer planes para esos 40, 50 o más minutos que pasaremos a bordo de un vehículo público. Leer un libro o escuchar un audiolibro, pueden ser buenas opciones.
Comparte esta noticia