Las voces femeninas agudas son más atractivas para los individuos porque estiman más 'apropiado' el tamaño del cuerpo de la persona que habla a partir de la frecuencia de su voz.
Las voces masculinas graves y las femeninas agudas son más atractivas para los individuos del sexo opuesto, porque estiman más ‘apropiado’ el tamaño del cuerpo de la persona que habla a partir de la frecuencia de su voz.
Así concluye un trabajo, publicado en la última edición de la revista PLoS ONE, que muestra que los oyentes imaginan el tamaño del cuerpo de una persona, e incluso la connotación de lo hablado, basándose en la frecuencia, la calidad de voz y la distancia entre formantes (los picos de intensidad en el espectro de un sonido).
Los autores, liderados por Yi Xu, investigador de la Universidad College de Londres (Reino Unido), sostienen que los gruñidos animales a frecuencias bajas suelen indicar mayor tamaño corporal, dominio o agresividad; mientras que frecuencias altas y tonos puros sugieren menor tamaño, sumisión, e incluso miedo.
Los expertos quisieron probar si se puede aplicar a los humanos un principio similar, y pidieron a voluntarios varones que escucharan una voz femenina que había sido modificada en los tres parámetros (frecuencia, calidad y distancia entre picos) para simular que procedía de un cuerpo menudo.
Por su parte, las mujeres escucharon una voz masculina alterada como si su dueño fuese corpulento, informa neomundo.com.ar.
"Los hombres preferían voces femeninas con un tono relativamente agudo (pero no tanto como los niños), más susurrantes y con una distancia mayor entre los picos de intensidad, lo que se correlaciona con un menor tamaño corporal", explica Xu.
Sin embargo, a las oyentes femeninas también les gustaron las voces masculinas más susurrantes, "lo que en realidad corresponde a un pequeño tamaño del cuerpo", continúa el investigador.
"Nuestra interpretación es que la voz susurrante en los hombres suaviza la agresividad asociada con un gran tamaño corporal".
Por ello, los autores concluyen que, a pesar del desarrollo de un lenguaje complejo, las interacciones vocales humanas siguen empleando ciertos instintos animales.
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