Algunos jóvenes con historia familiar de víctimas de terrorismo bloquean la información de su mente como una suerte de mecanismo de defensa.
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Humberto Castillo, psiquiatra clínico, explica que los ‘millenials’ tienden a evitar hablar de los temas dolorosos y difíciles socialmente, como el terrorismo.
Veinticinco años han pasado desde aquel sábado 12 de setiembre de 1992 cuando se capturó al cabecilla del grupo terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, gracias a un trabajo del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN). Si bien aún es un episodio difícil de nuestra historia, el conflicto interno durante las décadas de 1980 y 1990 no son fácilmente recordadas por los más jóvenes.
Humberto Castillo, psiquiatra clínico, explica que los ‘millenials’ tienden a evitar hablar de los temas dolorosos y difíciles socialmente, como el terrorismo, para no manifestar situaciones de ansiedad y no sentirse en una posición de vulnerabilidad ante la depresión.
“Esto tiene que ver con el efecto transgeneracional en las víctimas indirectas del conflicto interno, esto se va a vivir hasta en dos o tres generaciones después. Su mecanismo de defensa puede ir desde la ansiedad e irritabilidad hasta una serie de amnesia ética”, comenta.
Incluso algunos jóvenes con historia familiar de víctimas de terrorismo bloquean la información de su mente como una suerte de mecanismo de defensa. El especialista explica que se debe a una “amnesia ética”. “La memoria es selectiva. Generalmente es adaptativa, vamos a recordar lo que nos va a servir como referente para algo, pero también hay una cierta intencionalidad en lo que uno olvida”, explica.
Para llegar a esa condición de amnesia, las personas que han vivido o no los hechos terroristas, pasan por un largo periodo de ansiedad crónica. “Se manifiesta con un cambio de carácter: la gente se muestra más irritable, más sensible y de alguna forma van a mostrarse a la defensiva cuando se escuche el tema”, comenta Castillo.
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El estado de negación constante está presente en alguno de estos jóvenes.
El estado de negación constante está presente en alguno de estos jóvenes.“Estamos en una generación ‘evitativa’ que no quiere hablar sobre terrorismo ni busca informarse sobre este episodio de nuestra historia porque le produce ansiedad. Sin embargo, hay excepciones. Hay algunos que si quieren saber más y hablar sobre el tema como en una especie de catarsis”, finaliza.
Si bien nuestra memoria es selectiva y solo recuerda las cosas que le resulten significativas, esa no es excusa para no interesarnos en temas que marcaron nuestra historia como país.
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