En el caso de un Trastorno por Déficit de Atención existe un defecto de la corteza prefrontal del cerebro y tiene un origen genético.
Salud
Déficit de atención
Un niño hiperactivo, que no termina nada de lo que empieza, incluso cosas con las que se divierte, puede ser señal del Trastorno por Déficit de Atención (TDA).
"Al comienzo se pensaba que era un problema de disfunción psiquiátrica, pero ahora se sabe que es neurológico porque afecta las funciones ejecutivas, la capacidad de atención, concentrarse y tomar decisiones en la memoria de trabajo, es decir, tú puedes atender la clase y escribir algo, pero ellos cambian lo que hacen por otra cosa, sin terminar lo que empezaron", explica el neurólogo peruano Nilton Custodio Capuñay.
De acuerdo al especialista, se trata de un defecto de la corteza prefrontal del cerebro y tiene un origen genético. "El niño no logra terminar su juego, su tarea o tomar sus alimentos de forma continua, porque inmediatamente pasa a otra cosa".
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Pero, ¿qué se dice de los elementos distractores como el smartphone, el internet o los videojuegos? Las investigaciones coinciden en que estos sí interfieren en los niveles de atención de los niños, pero eso no es algo decisivo para un diagnóstico de TDA.
"Un niño puede tener múltiples estímulos, como el celular, la tablet o la televisión, son ofertas que compiten por su atención. Antes no era así", comenta el psiquiatra Humberto Castillo.
El médico explica que sí se puede entrenar al cerebro para lograr una mayor concentración. "El niño con más entrenamiento podrá enfocarse en lo que le interesa más".
Hay que capturar la atención de los más pequeños, con colores e imágenes divertidas, a ellos no les interesas mucho las letras ni las figuras abstractas.
El diagnóstico se hace a partir de los 6 años de edad, antes de eso es normal la hiperactividad en los niños, aclara Custodio Capuñay.
Se llega a la detección del TDA por medio de entrevistas clínicas, que pueden ser realizadas por el pediatra, el neuropediatra, el neurólogo o el neuropsicólogo. No hace falta una resonancia ni un electroencefalograma.
El tratamiento puede ser farmacológico (metilfenidato y atomoxetina) y no farmacológico (terapias cognitivo-conductuales). "Se puede lograr buenos resultados, pero no se cura", concluye Custodio Capuñay.
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