Barry Soto Alcázar, especialista en antropología física forense, asoció los robos de cadáveres en nuestro país al uso del chamanismo y la práctica médica.
El reciente robo de veinte cadáveres, luego de que fueran profanadas tumbas en Lambayeque, despierta curiosidad por saber con qué finalidad se cometen este tipo de actos delictivos.
Barry Soto Alcázar, especialista en antropología física forense y máster en peritación criminalística, asoció lo ocurrido en nuestro país a casos de chamanismo, actividad en la que utilizan restos óseos para tener contacto con los espíritus o para hacer brujería.
Agregó que es común la profanación de tumbas por parte de estudiantes de medicina u odontología, para estudiar los restos.
Indicó también que hay mafias que se dedican al tráfico de cadáveres, de tejidos blandos de personas y hasta de grasa humana.
¿FINES SINIESTROS?
La población no deja de indignarse con noticias sobre profanación de tumbas. Están quienes piensan que esas almas no lograrán el descanso eterno, y además está el hecho de la ilegalidad de esta actividad.
Existe también el temor de otros fines más siniestros como la necrofilia, que es una atracción sexual hacia los cadáveres tanto en humanos como en animales, algo que es penado en algunos países y condenado a nivel social.
Lo cierto es que en el Perú, el estudio médico de cuerpos inertes es permitido en aquellos cadáveres que estando en la morgue no son reconocidos por algún familiar, es decir, los llamados NN.
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