Estudio afirma que el ácaro Varroa ha incrementado de un 10 a un 100 % la incidencia del llamado virus de ala deformada (DMW) entre las colonias de abejas.
Un ácaro parásito ha propagado un virus que está diezmando a las colonias de abejas de miel en el mundo, según un estudio de las universidades de Sheffield (Reino Unido) y de Hawai (EE.UU).
El estudio, publicado en la última edición de la revista Science, afirma que el ácaro Varroa ha incrementado de un 10 a un 100 % la incidencia del llamado virus de ala deformada (DMW en sus siglas en inglés) entre las colonias de abejas.
Los ácaros incuban el virus y lo inyectan directamente en la sangre de las abejas de la miel (Apis mellifera).
La asociación entre el virus y el ácaro fue estudiada por un equipo dirigido por Stephen Martin, de la Universidad de Sheffield, en el archipiélago de Hawai, donde la llegada de estos parásitos desde California en 2007 permitió investigar los cambios en la prevalencia, carga y diversidad de las cepas víricas que afectan a las abejas de la miel, consideradas inocuas hasta la propagación de Varroa.
Los científicos pudieron comprobar la relación entre el colapso de colonias de abejas y los virus transmitidos por este ácaro, en particular una cepa dominante de DMW idéntica a la hallada en el Reino Unido, Italia, Dinamarca, España y Francia.
También pudieron observar que los ácaros necesitan entre uno y tres años para seleccionar esta cepa letal del virus, que persiste aunque se logre controlar a la población de Varroa.
Pero esta no es la única amenaza que se cierne sobre las abejas de la miel, que se ven afectadas también por la contaminación, el uso de pesticidas y la invasión de especies no autóctonas como la avispa asesina procedente de Asia y la abeja africanizada.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), 71 de las 100 especies de cultivos que proveen el 90 % de los alimentos mundiales dependen de la polinización de las abejas y la producción de algunas frutas, semillas y nueces disminuiría en más de un 90 % sin ellas. EFE
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