Algunas señales de alerta del cáncer de piel son los lunares que cambian de color, forma y textura, o que presentan sangrado, picor o dolor.
Una de cada seis personas desarrollará un cáncer cutáneo a lo largo de su vida, una enfermedad en la que el diagnóstico precoz marca la diferencia entre la vida y la muerte, ya que el cien por cien de los tumores que se tratan a tiempo pueden curarse.
El cutáneo es el tipo de cáncer más frecuente y su incidencia tiende a triplicarse cada década, según ha explicado hoy el presidente de la Academia Española de Dermatología y Venereología, José Carlos Moreno.
El cáncer de piel se desarrolla cuando se rompe el equilibrio entre el daño producido, especialmente por la sobreexposición a la radiación ultravioleta, y la capacidad de reparación del tejido, y se puede dividir fundamentalmente en dos grupos, el melanoma y el cáncer cutáneo no melanoma.
Aunque el melanoma es el cáncer cutáneo menos frecuente, es también el más agresivo. Si se diagnostica en fases precoces la curación es superior al 95 por ciento, pero si el tumor ha crecido en profundidad existe mayor riesgo de metástasis y la supervivencia a 10 años disminuye al 40 por ciento.
Las personas con factores de riesgo son aquellas con piel clara, tendencia a quemarse y poca capacidad para autobroncearse, las que se exponen con frecuencia al sol y a las cabinas de bronceado, las mayores de 50 años y las que tienen antecedentes familiares.
Isabel Longo, del Servicio de Dermatología del Hospital Gregorio Marañón, ha alertado, en este sentido, del uso de las cabinas de bronceado "que se relacionan con un aumento de los casos de cáncer de piel" y ha animado a acudir al especialista periódicamente y en especial si se observan signos de sospecha, como lunares que cambian de color, forma y textura, o que presentan sangrado, picor o dolor.
El doctor Moreno ha explicado, no obstante, que el cáncer de piel se manifiesta de diversas formas: como un pequeño bulto o grano, como una herida que no cicatriza, una mancha rosada que se descama y que recuerda a un eccema o cuando tiene una coloración marrón, negra o azulada.
El principal tratamiento para la mayoría de los tumores malignos es la extirpación quirúrgica, aunque para lesiones superficiales de cáncer cutáneo no melanoma se pueden emplear terapias como la radioterapia o tratamientos tópicos.
Para evitar la enfermedad, estos expertos recomiendan no tomar el sol "de forma indiscriminada", evitando las horas de máxima radiación, usando un protector adecuado para el tipo de piel y protegerse la cabeza, ojos y labios.
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